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Reseña: The Black Keys – Dropout Boogie

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En muchas ocasiones se suele despreciar las producciones artísticas cuyo enfoque esté centrado en la sencillez. Sin embargo, sobran creadores que con muy poco logran transmitir emociones intensas; en el caso de The Black Keys, dueto originario de Akron, Ohio, bastó una guitarra con mucha personalidad y una batería potente para conquistar al mundo con su música. Con Dropout Boogie, su onceavo álbum de estudio, la banda busca mantener viva la llama de su particular manera de hacer Blues Rock. ¿Lo consiguieron? Descúbrelo en nuestra reseña.

The Black Keys, una banda con mucha trayectoria

Dan Auerbach (guitarrista, vocalista) y Patrick Carney (baterista), como tantos duetos, iniciaron grabando en un espacio disponible dentro de la casa de uno de sus miembros. Su música siempre estuvo ligada al Blues y, lo que comenzó como ensayos de canciones de dicho género pronto, se materializó en sus primeros álbumes bajo el nombre de The Black Keys: The Big Come Up (2002) y Thickfreakness (2003).

Aunque sus siguientes producciones recibieron visto bueno de la crítica – mi favorito de esta época es Rubber Factory (2004) – y les abrieron las puertas a diversos festivales de música, The Black Keys no recibió la atención que merecían durante la primera década del nuevo siglo.

No fue sino hasta Brothers (2010) que el mundo volteó a ver a un dueto que llevaba rato haciendo Blues Rock. Su estilo, que incluso coqueteó con el Punk en algún momento, se acercó más al Garage dándole protagonismo a la guitarra de Auerbach a través de riffs pegajosos y canciones con ganchos muy efectivos. El álbum fue una sorpresa para la crítica y logró llevarse tres Grammys. “Howling’ For You” y “Everlasting Light” siguen siendo dos de sus mejores temas.

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The Black Keys: Patrick Carney, Dan Auerbach

The Black Keys después de 2010

Con el lanzamiento de El Camino en 2011, The Black Keys dejaron un testamento sonoro que una infinidad de futuros grupos alternativos intentaron replicar durante toda la década. Producido en colaboración con Danger Mouse, el álbum exploró nuevos estilos que se acercaron al Glam, al Rockabilly, al Surf e incluso al no-tan-rockero Soul.

Con un tempo acelerado y en su mayoría animado, el disco les dio material para hacer brincar a cualquier público durante sus giras posteriores. Temas como “Lonely Boy”, “Gold on the Ceiling” y “Little Black Submarines” son una estupenda manera de apreciar lo que dueto realizó en su séptimo LP (que también se llevó diversos galardones en su momento).

Aunque con menos intensidad que su antecesor, Turn Blue (2014) significó un momento importante para la historia del grupo quienes decidieron pausar su carrera para hacer explotar sus carreras individuales luego del lanzamiento. Lo que sucedió con Let’s Rock (2019) es un poco el adelanto perfecto para el álbum que revisaremos hoy, es decir, ya no hubo esa necesidad de demostrar algo que los había catapultado años atrás concentrándose más bien en hacer lo que les gustaba y presentándolo de la mejor forma posible.

Dropout Boogie, sus sesiones de grabación

Tanto Auerbach como Carney contrajeron el virus de COVID-19 durante la pandemia de 2020 y, aunque no sufrieron graves complicaciones sí se distanciaron un poco para seguir con sus respectivas rutinas, el guitarrista trabajando en su estudio y el baterista pasando tiempo con su familia. Su último álbum había sido Delta Kream, un álbum lanzado en 2021 compuesto enteramente por covers de Blues y que se terminó en un solo día.

Con esta misma actitud relajada fue que comenzaron a trabajar en Dropout Boogie durante el verano de aquel año. Las sesiones fueron breves y se realizaron en el estudio de Auerbach en Nashville, Easy Eye Sound. El guitarrista y productor propuso que en esta ocasión se colaborara con otros artistas, de ahí que invitara a Angelo Petraglia de Kings of Leon, Greg Cartwright y Billy F. Gibbons de ZZ Top. En una charla con Consequence of Sound Auerbach narra su experiencia en el estudio con el legendario músico:

“Él trajo una botella de vino tinto, yo le di una guitarra. Y simplemente tocamos, los tres, y fue muy divertido. No hablamos de ello ni nada. Sólo estábamos tocando. Y para cuando se terminó la botella, se fue.”

Una vez completado, Dropout Boogie de The Black Keys se estrenó el 13 de mayo de 2022 bajo el sello Nonesuch Records. En su portada aparecen los dos músicos vestidos de uniforme y fumando puros; el guitarrista lleva un traje de intendencia mientras que el baterista luce un traje de cocinero (estos atuendos fueron usados también en el video promocional de “Wild Child, la canción elegida como su primer sencillo.

La crítica de Dropout Boogie

Dropout Boogie entra dentro esos discos cuyas canciones tienen una estructura tan clara que parecen hechos “de manual”. No busca innovar en nada, por el contrario, reafirma lo que el dueto ha hecho por años y se apoya de valiosas colaboraciones para darle un giro fresco a sus 10 canciones.

Su sonido es esencialmente Blues Rock con la distorsión sucia del Garage Rock. Hay algunos solos interesantes y también temas que son perfectos para acoplarse a la radio. Lo cierto es que, aunque sus canciones se perciben como genuinas y orgánicas, se queda corto en comparación con sus mejores álbumes.

A sabiendas de que tenían que atrapar a los escuchas pronto, el dueto eligió ordenar la lista de canciones con el mejor material al comienzo por lo que, si dividiéramos el álbum en dos, te adelanto que el lado A es el bueno. No por nada su exitoso primer sencillo, “Wild Child”, escrita en colaboración con Angelo Petraglia y Greg Cartwright, abre el disco.

El tema, que líricamente no es lejano a cualquier otra canción rockera que intente seducir a una mujer, se distingue por un riff de guitarra que engancha desde el comienzo. Junto a cada rasgueo se logra apreciar el sonido de un sintetizador añadiendo una textura que la adecúa a cualquier banda sonora que busque situarse en la década de 1970. El resto de sus elementos (bajo funky, solo breve pero emocionante y ritmo contagioso) la hacen un tema imperdible dentro de su carrera.

It Ain’t Over” sigue el hilo de buenos temas. Se construye sobre una base latina que se aprecia durante los primeros segundos y que forma una atmósfera medianamente decadente; aquí la línea de bajo es protagónica conservando el espíritu Funk de la pieza anterior y el sintetizador agrega un aire alienante en comparación con los sólidos riffs.

Apasionados por el Blues, Auerbach y Carney nos llevan al delta del Mississipi en “For the Love of Money”. La progresión en la guitarra es animada y en el terreno vocal tanto el falsetto característico del guitarrista junto a las armonías femeninas la convierten una disfrutable pieza dentro del género.

Con su confiable riff de guitarra, “Your Team is Looking Good” es la primera canción que suena bien pero no se arriesga a nada más. La letra es simple y la instrumentación a su alrededor también. Pieza cumplidora. Por su parte, “Good Love”, a la mitad del álbum, es totalmente Blues Rock, lo que significa que el instrumento predominante es la guitarra, o las guitarras mejor dicho. Aquí The Black Keys colaboran con Billy F. Gibbons, quien añade un poderoso solo digno de disfrutarse.

De ”How Long” me gusta la manera en la que la guitarra aprovecha las notas altas para cerrar de manera melancólica. Y sólo destaco el cierre porque el relajado comienzo se siente flojo en relación al resto de las piezas. “Burn The Damn Thing Down”, por otro lado, es a mi gusto la mejor canción del lado B. Su alma de Rock Sureño posiblemente te recuerde a esos temas de carretera interpretados por Molly Hatchet o los hermanos Allman, pero que en las manos de The Black Keys adquiere un sonido personal que merece escucharse:

La pantanosa “Happiness” forma parte de ese grupo de canciones buenas pero no extraordinarias, su letra (“Wait if you want to / But that won’t do you no good / You’re gonna hate to be the one who / Didn’t do it when you could”) es ejemplo de la madurez de sus creadores, ahora mayores de 40 años, y con un valioso consejo para sus escuchas.

El álbum cierra con dos piezas, “Baby I’m Coming Home” y “Didn’t I Love You”. La primera de ellas conserva la estructura sencilla que distingue al disco, pero no por ello es menos genial. Cuenta con toda la vitalidad rockera expresada con una voz emotiva, una formidable interpretación en la guitarra y uno de los mejores solos de Dropout Boogie. La segunda canción mantiene la influencia del Rock Sureño y tiene un riff poderoso, sin embargo, un poco como sucede con “Your Team is Looking Good”, se mantiene alejada de las sorpresas que sí exploraron otras composiciones y termina por ser “una más” dentro de su catálogo.

Un dueto que durará mucho más

La calidad del sonido de The Black Keys quedó demostrada en sus dos mejores discos: Brothers y El Camino. Aunque su talento no se pone en duda, es normal escuchar que no todas sus nuevas piezas alcancen aquellos niveles de intensidad juvenil que hizo que tantas bandas (aquí te hablamos sobre The Record Company, por ejemplo) les siguieran el paso durante la década del 2010.

Dropout Boogie, como te dije anteriormente, tiene una estructura tan clara en sus canciones que me hace pensar que el dueto optó por pasarla bien en el estudio en lugar de buscar el hilo negro de su género. Lo anterior no tiene nada de malo, por el contrario, es fácil notar la relajada naturalidad con la que el dueto funciona. Su intensidad rockera se mantiene vigente con grandes momentos de guitarra, ganchos efectivos y una personalidad que hará vibrar los recintos que visiten sin importar su tamaño.

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Tenemos a The Black Keys para rato pero si buscas algo más concreto de su discografía mi recomendación es que disfrutes los discos que recién te mencioné. Delta Kream, aunque sólo es un álbum de covers Blues, es otra sugerencia para quienes quieran descubrir un antecedente de varias piezas del nuevo disco.

Si tienes ganas de seguir escuchando Garage Rock en Columna Musical te recomendamos leer nuestra reseña de Fear of the Dawn del siempre versátil Jack White, aunque si buscas una banda que haya llevado al Blues Rock a otro nivel, la recomendación obvia es nuestro artículo dedicado a Exile on Main St. de The Rolling Stones.