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Steely Dan: El camino hacia Pretzel Logic

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Walter Becker y Donald Fagen tienen fama de ser unos listillos. Las mentes detrás de Steely Dan han sido vistos como músicos de “rock inteligente” desde muy temprano en su carrera. Y aunque su música nunca abandonó del todo su gusto por el rock ‘n’ roll, los detalles jazz los convirtieron en un espectáculo de culto con el paso de los años. Pretzel Logic es el título de su tercer álbum. Dicha producción ya cumplió sus primeros 50 años y hoy la revisitamos en Columna Musical.

Walter Becker y Donald Fagen se conocen en un café

La historia del origen. Los primeros años. Antes de hablar sobre cómo Walter y Donald se conocieron te contaré un poco sobre cada uno.

La historia musical de Fagen comenzó en casa. Su madre, Elinor Fager, era cantante en un grupo local y, como narra el libro Reelin’ in the Years de Brian Sweet, se encargó de darle sonido a la vida de su hijo. Lo suyo eran los musicales de Broadway. Lo de Donald, el Rock ’n’ Roll.

“Me convertí en un snob del Jazz. Perdí el interés por el Rock ‘n’ Roll y desarrollé una personalidad antisocial”, recuerda el músico. Una prima le había invitado a escuchar algo de este género y lo enganchó. A los 12 sus padres le regalaron un piano, instrumento al que nunca abandonaría. Nunca se interesó en clases formales. Por el contrario, pasaba horas imitando lo que las estaciones de Jazz le lanzaran.

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Donald Fagen y Walter Becker. Foto: Archivo Steely Dan

Llevando la bandera snob por delante, el chico era visto por su preparatoria con suéteres de cuello de tortuga negros. En ese momento ya era asiduo de los clubes de Jazz locales y lideraba su propio trío musical. Cuando ingresó a la Bard College logró ampliar sus conocimientos de composición, pero nunca se enfocó demasiado en la vida académica.

Fue en 1967 cuando Fagen se topó con Becker. Walter tuvo una historia menos musical, pero compartía con el pianista el gusto por el Jazz. Sus instrumentos: la guitarra y el bajo —intentó aprender saxofón, pero no consiguió dominarlo como quisiera.

El encuentro sucedió en un café. Donald iba caminando cuando escuchó a Walter tocar la guitarra con un pequeño amplificador. Estaba tocando Blues y lo hacía con un talento que lo atrapó. No esperó demasiado para ir a platicar con él e invitarlo a tocar juntos.

Lo que verdadermente los hizo conectar fue cuando empezaron a hablar de sus gustos. Resultó que ambos escuchaban las mismas estaciones de radio, leían a los mismos escritores. Y claro, el amor por el Jazz. Pocos días después ya estaban escribiendo canciones en conjunto.

De Nueva York, colaboraciones y otros esfuerzos

En 1969, luego de que Fagen terminara su carrera, el dueto decidió mudarse a Brooklyn con la idea de forjar una carrera musical. Desde antes habían barajeado la idea de una banda e incluso se integraron a algunos grupos locales, pero nada brilló. Lo más curioso de aquella época universitaria fue cuando colaboraron con el después actor Chevy Chase en una agrupación llamada The Leather Canary.

Pero Brooklyn no les dio demasiadas alegrías. Además de algunos proyectos menores como la participación en una banda sonora, ser parte de los músicos de gira para una banda venida a menos y algunas canciones que escribieron para otros actos musicales, el dueto solo se quedó con la experiencia de aquella ciudad que, aunque un gusto para su apetito cultural, no llegó a convertirse en algo más.

Algo bueno tenía que llegar después de tantos rechazos. Y eso fueron dos relaciones. La primera con Kenny Vance, el vocalista de Jay and the Americans (la banda venida a menos antes mencionada). Éste músico fue uno de los primeros en confiar en su trabajo y los ayudó a colaborar, por ejemplo, con Barbra Streisand. Uno de sus asociados, Gary Katz, se convertiría, poco después en el productor de Steely Dan.

Su segunda gran relación fue con Deni Dias. A él lo conocieron gracias a un anuncio publicado en una revista en donde buscaba colaboradores para su banda. El dueto lo impresionó y, para hacer la historia corta, terminó corriendo a los otros integrantes de su grupo para dedicarse de lleno a trabajar junto con Walter y Donald.

Gary Katz dejó Nueva York en 1971. Una oportunidad como productor de ABC Records lo llamó desde California. Ese mismo año invitó al dueto a unirse a las filas de la disquera como escritores. No lo pensaron demasiado y pronto se mudaron a Los Ángeles. Junto con ellos también viajó Deni.

Así se formó Steely Dan

Contratados por ABC Records, Walter Becker y Donald Fagen se toparon con una nueva pared. Sus composiciones, tan inteligentes, tan brillantes, eran demasiado complejas para los artistas que iban a interpretarlas. Katz, notando el talento desperciarse tuvo una idea. Les propuso formar una nueva banda que se ajustara a sus pretenciones musicales.

El productor se encargó de todo. Considerando que Deni Dias sería el guitarrista, se dio a la tarea de buscar al resto de los integrantes para completar la banda. Jeff Baxter, guitarrista de sesión y ex miembro de la agrupación psicodélica Ultimate Spinach, se integró como segunda guitarra. Los ejecutivos de ABC convencieron a David Palmer, letrista, para unirse como cantante principal debido al miedo de Donald a cantar en público. Finalmente, Baxter y Katz llamaron a Jim Hodder, otro músico con pasado psicodélico, a integrarse como baterista.

Para facilitar las cosas, el productor contrató a todos los nuevos integrantes como músicos de sesión. Tan pronto estaban reunidos comenzaron a trabajar en lo que se convertiría su primer sencillo y también el álbum debut. Curiosamente, trabajaron un buen rato sin ni siquiera definir un nombre para el recién formado grupo.

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Walter Becker y Donald Fagen. Foto: Archivo Steely Dan

“Todos éramos desconocidos y se portaron muy bien con todo el asunto, y más o menos abdicaron de su propia conciencia musical y nos escucharon”, recuerda Fagen al hablar de la primera alineación.

A diferencia de los temas con los que se presentaron en Nueva York, el dúo creativo optó por buscar algo menos pretencioso. Menos Jazz. Más Pop. Esto a sabiendas de que un fracaso en ventas pondría en peligro su lugar en la disquera. La solución fue buscar un punto medio en donde la música fuera accesible y con ganchos pegajosos para que tuvieran libertad creativa en las letras.

Lo único que hacía falta era un nombre para el recién formado grupo. Entusiastas de la literatura y el movimiento beat, Fagen y Becker propusieron “Steely Dan”. Aunque nombres alternativos como “Big Nardo” y “The Eight Grade” se quedaron muy cerca. ¿Qué significa “Steely Dan” y qué tiene que ver con el movimiento beat? Se trata de un juguete sexual presente en la novela El Almuezo Desnudo de William Burroughs.

Can’t Buy a Thrill, Countdown to Ecstasy. Éxito y fracaso

El primer sencillo del grupo se tituló “Dallas”. Fue una de las primeras canciones que quedaron listas y su primera colaboración con quien se convirtiría en su ingeniero de audio durante varios años más. Me refiero a Roger Nichols, quien, al referirse al meticuloso estilo del dueto creativo mencionó: “Me parecieron geniales porque se preocupaban por cómo sonaban las cosas y querían tomarse su tiempo para que todo saliera bien”.

Las sesiones de su disco debut se realizaron en los estudios de Village Recorder en Los Ángeles. Todo el proceso, desde la escritura, grabaciones y masterización tomó aproximadamente seis meses. Gracias al ingeniero de audio sabemos que el dueto creativo siempre priorizó el tener un material que los hiciera sentir orgullosos, aunque eso implicara más tiempo. Curiosamente, gran parte del trabajo se completó cuando la banda aún no tenía nombre.

Poco se sabe sobre el origen del título, aunque hay quienes piensan podría tratarse de una referencia del tema “It Takes A Lot To Laugh, It Takes A Train To Cry” de Bob Dylan.

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Can’t Buy a Thrill

Con dos grandes sencillos, “Do It Again” y “Reelin’ In the Years”,el grupo logró cautivar al público. Can’t Buy a Thrill, lanzado en noviembre de 1972, fue alabado por la crítica por sus ingeniosas letras y por moverse entre el Jazz y el Soft Rock con total naturalidad. En el terreno de ventas no le fue mal, al grado de sorprender a sus propios creadores.

Vino un periodo de gira. Algo que, como ya sabes, detestaban Fagen y Becker. En ese periodo David Palmer fue el encargado de cantar todos los temas. Sin embargo, su actitud no conectaba con el espectáculo que los demás buscaban ofrecer y luego de cuatro meses la decisión fue despedirlo. Si hay un tema que el público disfrutó con su voz, ese fue “Dirty Work”. Todo un clásico en las estaciones de radio.

Para este momento ya estamos en 1973. La gira continúa y la pareja creativa de Steely Dan no se siente cómoda de escribir nuevos materiales. No les gusta la idea de escribir canciones en el camino. Pero deben tragarse los caprichos. Y entre un concierto y otro volvían a Village Recorder. Countdown to Ecstasy, publicado en julio de aquel año, es el resultado de esas grabaciones.

A diferencia del disco debut, el segundo álbum de Steely Dan comenzó con el pie izquierdo. Su primer sencillo “Show Biz Kids”, con todo y su coro pegajoso, apenas alcanzó el puesto 61 en la lista Billboard. En la radio, su estilo Jazz Fusion pasó desapercibido. “My Old School”, segundo sencillo, tuvo la misma recepción.

Countdown to Ecstasy fue menos accesible que Can’t Buy a Thrill y eso lo hizo fallar en la ventas. La crítica lo alabó. Una vez más la letra, la mezcla entre Jazz y Pop y la pulcritud en cada uno de sus tracks lo puso en varias listas del tipo de “Los 100 Mejores Discos Que Debes Escuchar”.

Pretzel Logic en el estudio

Las giras, una vez más, entorpecieron el proceso creativo del tercer álbum de la banda. Es por eso que mejor optaron por sacar del baúl algunos temas que originalmente fueron demos en su época inicial con Denny Dias. Entre ellos están “Barrytown” y “Charlie Freak”.

Lo que verdaderamente cambió sucedió en la dinámica en el estudio. Desde este momento, Becker, Fagen y Katz comenzaron una rotación de músicos de sesión. Funcionaba más o menos así. Se organizaba una especie de taller creativo en donde los asistentes recibían instrucciones de los tres personajes ya mencionados. El trabajo era en secciones específicas.

Aunque el perfeccionismo de Fagen y Becker se hizo legendario en el circulo musical de Los Ángeles, la otra cara de la moneda es que las sesiones eran tan divertidas como exhaustivas. Pretzel Logic fue solo el primero de varios discos en donde se adoptó este modelo de trabajo que, a la larga, mejoró el currículum de muchos músicos de sesión.

El problema para la banda original de Steely Dan fue que los músicos que Gary había reclutado para los primeros dos discos fueron poco a poco siendo segregados con tanto talento yendo y viniendo. Jim Hodder, el baterista original, es un gran ejemplo de lo anterior. Al no lograr la precisión que se buscaba para el tema “Night by Night”, éste fue reemplazado por Jim Gordon (famoso por idear el cierre de “Layla”, la icónica canción de Derek & The Dominos, banda de Eric Clapton) y Jeff Porcaro. El resultado fue una batería doble espectacular y un Hodder frustrado.

Eso se repitió con el resto del grupo. Tanto Jeff Baxter como Denny Dias comenzaron a ser requeridos solamente para hacer sobregrabaciones. El primero tuvo más oportunidades en los solos y su talento con la Pedal Steel le hizo afianzarse. Dias tomó un papel más creativo y menos práctico. Solía estar presente en las sesiones, daba ideas, pero sus espacios en las canciones se redujeron. Dean Parks y Ben Benay fueron quienes ocuparon sus lugares.

La última canción en quedar terminada fue también la más popular. Hablo de “Rikki Don’t Lose That Number”. Los cantautores no sabían cómo nombrar el nuevo LP, así que optaron por “Pretzel Logic”, título de la octava canción. El fotógrafo Ed Caraeff se encargó de capturar la imagen de la portada: un vendedor en Central Park.

Pretzel Logic se estrenó el 20 de febrero de 2024. Esta vez su primer sencillo fue todo un éxito. Y las ventas lo convirtieron en disco de oro en poco tiempo. Alcanzó la posición número ocho en la lista Billboard de popularidad y, de nuevo, llovieron hálagos de parte de la crítica.

Hasta la fecha es considerado como uno de sus mejores trabajos. Un álbum que dejó el péndulo entre lo complejo (que en discos posteriores llegó a un extremo) y el juego pop que los colocó una vez más en la radio. Escuchemos.

Pretzel Logic. Más allá de Rikki

11 pistas. Cinco en el lado A. Seis en el lado B. Pretzel Logic es un álbum de Jazz Rock con suficientes elementos Pop para hacerlo enganchante ante un público más amplio. Como lo hicieron con Can’t Buy a Thrill, aquí Steely Dan opta por un balance intachable que puede traer elementos Country o ritmos latinos según se necesite. Hay instrumentos de viento, metales e incluso el sonido de un banjo.

Rikki Don’t Lose That Number” es quizá la primera canción de Steely Dan que recuerdo haber escuchado en la radio. Los primeros 20 segundos nos reciben con el sonido de una flapamba, un instrumento de percusión similar a una marimba. El piano sincopado, la batería suave, e incluso la voz de Fagen se perciben apacibles. Y también está el bajo, cuya progresión añade un ritmo cercano al Bossa Nova. La presencia de la guitarra da colorido a las transiciones entre estrofas. Pero Jeff Baxter hace un solo emotivo que complementa a la perfección el Rock suave. Si la tonada te es familiar es porque la escuchaste primero en “Song For My Father” de Horace Silver.

Hay juegos interesantes en la letra. Al principio se habla en plural, como un grupo de amigos que sabe que Rikki está por irse. Por otro lado, conforme avanza la canción, se añade otra voz —la aventura romántica del personaje— que le dice: “You tell yourself you’re not my kind / But you don’t even know your mind” (“Te dices a ti mismo que no eres mi tipo / Pero ni siquiera conoces tu mente”). Al final, lo único que le queda a Rikki es el teléfono de dicho romance. Sabemos que no está listo para una relación, pero hay cierta esperanza; si eventualmente logra encontrar la estabilidad, entonces al menos tendrá ese número. Mejor no perderlo.

“Night By Night” se mueve hacía el terreno del R&B. Dotando su atmósfera sonora de metales, diría que casi se acerca a lo que bandas como Chicago estaban haciendo en esa misma época. La canción tiene una capa Funk que se hace visible desde las guitarras. Y hablando de este instrumento, aquí tenemos otra gran interpretacion de Baxter; ganándose su lugar un solo a la vez.

Si el track dos presenta una letra nocturna y decadente en donde lo vagabundos son capaces de matar para conseguir algo de su vicio, “Any Major Dude Will Tell You” es un giro hacia una dirección opuesta. Alegre y optimista, este Rock suave presenta grandes momentos en las guitarras (interpretadas por diferentes músicos). Algunas secciones son de Denny Dias, otras de Jeff Baxter. Hay sonidos acústicos, slide, y un arpegio que parece progresivo.

Junto a su bella instrumentación, la tercera pista del disco es también un gran mensaje de apoyo. Fagen canta desde lo más básico de la amistad y nos recuerda que todo lo malo termina por difuminarse. “Any major dude with half a heart surely will tell you, my friend / Any minor world that breaks apart falls together again /When the demon is at your door / In the morning it won’t be there no more” (“Cualquier buen tipo con medio corazón seguro que te lo dirá, amigo mío / Cualquier pequeño mundo que se rompe vuelve a juntarse / Cuando el demonio está en tu puerta / Por la mañana ya no estará ahí”)

“Barrytown” es igual de buena. La melodía en la voz de Donald engancha en cada estrofa. Instrumentalmente el piano deja una base sólida sobre la que las guitarras pueden jugar creando un atmósfera jovial que, como suele suceder en tantas canciones pop, contrasta con su letra.

Con la acidez que caracteriza a Steely Dan, la lírica de “Barrytown” ilustra un tema eternamente vigente: la marginación de los extraños. Aquí la voz principal aparenta ser abierta e incluso simpática, pero su actitud pasivo agresiva prefiere que las personas de dicha ciudad se mantengan alejadas de su barrio “And though you’re not my enemy / I like things like they used to be” (“Y aunque no eres mi enemigo / Me gustan que las cosas sean como antes“).

El lado A cierra con el único cover en la historia de Steely Dan. Se trata de “East St. Louis Toodle-Oo”, original de Duke Ellington. La genialidad sonora de esta pista instrumental se construyó usando un pedal wah-wah para imitar el sonido de la trompeta, mientras que la pedal steel tomó el papel del trombón. Fagen tocó el piano, luciéndose durante la segunda parte. Junto con el clarinete a cargo de Rudy Jackson y los metales, se trata de una encantadora reinterpretación.

“Parker’s Band” es uno de los tracks más débiles del álbum. Aunque la base rítmica es de lo más dinámica, el resto de los instrumentos avanza sin pena ni gloria. Mismo caso con la letra, que carece del ingenio de otros momentos. “Through With Buzz” es otra de esas canciones con un personaje protagonista, en este caso Buzz, quien le robó su novia al narrador. Con menos de dos minutos de duración, el track se beneficia en gran medida de la sección de cuerdas que dramatiza la lírica ridícula. Un buen punto de comparación son las viñetas que aparecen en el popurrí de Abbey Road (1969) de The Beatles.

En “Pretzel Logic” el grupo ofrece su versión más “pesada”. En su base es una canción de Blues Rock adornada con varias capas de instrumentos de viento. Hablo de una pared de metales que empujan los mejores momentos del tema, es decir, el solo de guitarra a la mitad y durante el cierre. Junto a este poderío instrumental tenemos una de las letras más ingeniosas del álbum en donde los autores pasan a hacer referencias de sus giras por Estados Unidos a hablar de viajes en el tiempo para ir a conocer a Napoleón. Suena extraño, pero todo encaja a la perfección.

Anteriormente varias pistas mostraban ciertos detalles Country con la pedal steel, pero aquí los miembros de Steely Dan se ponen el sombrero vaquero con total orgullo. Con un ritmo cabalgante, en “With a Gun” nos enteramos de la historia de un personaje que cometió un asesinato y escapó. El track menos jazzero, pero también uno de los más entretenidos instrumentalmente.

A partir de aquí Pretzel Logic da un giro trágico. Sus últimos dos tracks son deprimentes y enfocados en retratar escenas del mundo de las adicciones. Tanto “Charlie Freak” como “Monkey In Your Soul” presentan en su letra escenarios en donde las drogas están acabando con quienes las consumen.

La primera es más terrible y también mejor lograda, no solo nos enteramos que el personaje se ha terminado con todo lo que podía vender para consumir, sino que termina muriéndose de sobredosis. La sensación de pesadumbre se acentúa con un piano cuyos acordes, en combinación con los arreglos de cuerdas, construyen una atmósfera extrañamente teatral y muy oscura.

Pretzel Logic, años más tarde

“Canciones pop con algún tipo de estructura que sea interesante y pueda desarrollarse”, así describió Donald Fagen la música de Steely Dan años después. “Somos bastante tradicionales en ese sentido, pero los acordes suelen ser más interesantes que la mayoría del rock’n’roll, creo”.

Pienso que el tercer disco de Steely Dan es uno de sus puntos más altos en su carrera. Sabemos que después de su lanzamiento la alineación oficial terminó por romperse. Los integrantes que aquí estaban recibiendo menos espacios terminaron por irse. Y lo que vino fue un sonido que evolucionó según las necesidades de cada disco. Aja (1977) sería su último gran momento.

Yo me quedo con éste, con su debut y con varias canciones de The Royal Scam. Aunque el álbum del ’77 también es imperdible. Me gusta la accesibilidad de Pretzel Logic, el coqueteo entre los sonidos suaves y las progresiones más complejas. El ingenio detrás de cada instrumento, el manejo maestro de las capas sonoras. Salvo algunas canciones un poco más débiles, es un álbum en donde las piezas embonan bien. Suenan bien.

¿Y tú cómo conociste la música del ingenioso dueto detrás de Steely Dan? ¿Ya conocías su historia? ¿Qué otros álbumes de Soft Rock piensas que no deberían faltar en la colección de cualquier entusiasta de la música?

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