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Reseña: Vampire Weekend – Modern Vampires of the City

Vampire-Weekend

El 2013 fue un año en el que muchos artistas lanzaron álbumes excepcionales; algunos consolidaron su carrera en ascenso, mientras que otros reafirmaron el talento que habían mostrado en la década pasada. Justo al comienzo de una nueva década, Vampire Weekend sorprendió a todos con Modern Vampires of the City, su tercer material discográfico que representó una etapa de madurez para la banda y que, el pasado 14 de mayo, cumplió 10 años.

Mi primer acercamiento a la banda fue con este álbum. En aquel entonces yo tenía 17 años y el álbum ya llevaba unos 4 años de haberse lanzado; mi primera impresión al escuchar una canción de Vampire Weekend fue: “no son malos”. Por lo tanto, me aventuré a escuchar sus dos álbumes anteriores y me cautivaron las melodías de esta agrupación.

Ha pasado el tiempo, ya han transcurrido 6 años desde que escuché este álbum por primera vez. A decir verdad, creo que con el paso de los años y al escucharlo más veces, me ha terminado por convencer más de lo que lo hizo aquella primera vez.

El “tiempo” es un elemento muy recurrente en las letras que componen las canciones de este material discográfico. En este álbum encontramos letras introspectivas por parte del vocalista Ezra Koening, en las cuales afronta la madurez en la que se estaba adentrando.

Este hecho se ve reflejado en algunas de las frases de este compendio, por ejemplo, la línea de “Diane Young” que alude a que nadie sabe qué nos depara el futuro. En el momento de hacer este material, los mismos Vampire Weekend no sabían lo que este álbum supondría para su carrera. A 10 años de su lanzamiento, estamos ante un álbum que catapultó a la banda hacia grandes masas, pero no solo eso, fue el último gran trabajo que la banda de Nueva York ofrecería.

La genialidad de Vampire Weekend

Fue en 2008 cuando “A-Punk” conquistó a las masas con esos acordes juguetones de guitarra. La canción pertenecía a una banda de nombre Vampire Weekend conformada por Ezra Koening (voz y guitarra), Rostam Batmanglij (teclados y guitarra), Chris Thompson (bateria) y Chris Baio (bajo).

Con un debut homónimo la banda presentó rolas como “Mansard Roof”, “Oxford Comma” y la ya mencionada “A-Punk”; la propuesta de la banda era ofrecer música inyectada de una vertiente sonora de afropop, ofreciendo instrumentos orquestales alegres, amigables y a esto se le sumaba la creatividad muy propositiva de los integrantes. Es así que, la banda estuvo cerca de crear uno de los álbumes más destacados de la era moderna con su álbum debut.

Modern Vampires of the City

Vampire Weekend. Foto: Prensa.

Con un éxito rotundo que consiguieron mediante su debut, la banda tuvo que enfrentarse a un segundo álbum en el que tenían que demostrar el talento y creatividad que reflejaron en su primer álbum. Contra se lanzó en 2010 y la verdad es que no superó a su antecesor; con canciones más ricas, guitarras soleadas y un pop más extravagante, la banda no pudo superar el impacto que consiguieron con su primer disco.

Así, tres años después, Vampire Weekend entregó Modern Vampires of the City, el cual para muchos es el mejor trabajo de la agrupación, en el que se nota una madurez en cada componente de la banda. El estilo musical da un cambio pues se opta por elaborar canciones más apegadas a un pop barroco, con destellos electrónicos en algunas melodías y con pequeños elementos de jazz en otras; dando como resultado canciones más emocionales, dinámicas y con sonidos más vivos.

Modern Vampires of the City. Reseña.

Compuesto por 12 temas, Modern Vampires of the City es un trabajo que, desde el inicio, no defrauda y esto se debe principalmente a que la acomodación de las canciones fue acertada. Tenemos canción tras canción que no decepciona y solo hace que el disco vaya adquiriendo más encanto. Por ejemplo, pasar de “Unbelievers” a “Step” es un acto mágico, y qué mejor que culminar con una desenfrenada “Diane Young” que trae las vibras de los primeros trabajos de la banda.

El inicio del LP es muy distinto al de los dos anteriores trabajos; es un arranque más pausado, sí, pero más rico en lo musical. “Obvious bicycle” juega a ritmo de balada haciendo uso de un piano que se va desmarcando poco a poco, dando la impresión de que, estamos ante un tema con tintes de jazz al cual se le agregan pequeños fragmentos de coros lejanos y un sutil bombo que marca pequeña fuerza casi al final. Es por ello que, el primer track es una apertura amigable, un corte que muestra a unos Vampire más melódicos y con un sonido mejor balanceado.

Pasamos a la sólida y pegadiza “Unbelievers”, que nos recibe con una energía más brillante, pero sin caer en la desenfrenada energía presente en los cortes de sus álbumes anteriores. “Unbelievers” es memorable, tiene un gancho fácil que se consigue a través de su estribillo; el uso de redobles hace que el track adquiera aún más fuerza para alcanzar notas explosivas, pero sin exagerar.

Después de este corte, llega la impecable “Step”, un track de pop barroco que incorpora elementos de rap, pues se utilizan rimas improvisadas en los versos, lo cual hace que la canción sea atractiva en lo lírico. Pero en el apartado sonoro no se queda atrás; con el uso de un órgano y una batería brillante a ritmo lento, la melodía logra ser nostálgica y memorable, consigue atrapar al oyente desde la primera escucha, volviéndose un referente indispensable en la discografía del grupo, llegando de manera directa y sin rodeos a los sentidos, sonando como un clásico desde la primera escucha.

La explosividad exagerada y desenfrenada llega con la fascinante “Diane Young”, en donde la batería logra desatar una euforia alegre y orquestal que la convierte en un tema de power pop efectivo. Haciendo uso de un coro que tartamudea en ocasiones, da la sensación de que estemos escuchando un track de una banda de rock de los 60 o 70; el uso de auto-tune en la voz de Ezra logra transmitir la sensación de que el mismísimo Elvis Presley estuviera cantando esta desenfrenada melodía.

Con “Don’t Lie” nos acercamos casi al final de esta primera mitad y lo cierto es que los primeros 4 tracks de este álbum son una garantía segura. En lo musical, se nota un mayor control en las habilidades de los integrantes; las letras son más introspectivas, reflexionan más sobre el tiempo de la vida y, a su vez, sobre el final de esta, atribuyendo así a la muerte.

Obsérvese el caso de la letra “Don’t Lie”, “There’s a headstone right in front of you” (Hay una lápida justo frente a ti, y a todos los que conozco); este track ofrece una pausa lenta muy marcada en el álbum pues, después de venir de un tema explosivo como “Diane Young”, es extraño aventurarte en un corte como este, que es más lento.

La emotividad y la épica se recupera en “Hannah Hunt” pieza que, con un final catártico consigue ser memorable y cautivadora; con una lírica suave por parte de Koening, a través de susurros Ezra prepara el terreno para que mediante sus vocales se cree una catarsis resplandeciente.

“Everlasting Arms” y “Finger Back” son temas que cumplen a medias y llenan bien esta parte del álbum. La primera, a ritmo lento, usa violines como apertura para ofrecernos un track que se va degradando poco a poco para adquirir un ritmo más rápido, pero no lo consigue del todo. Por su parte, “Finger Back” es una canción de pop ruidoso y extravagante que desprende diversión y alegría mediante su sonido. Se asemeja en estructura a temas como “Cousins” o “A-Punk” pero, para desgracia de este corte, no llega a superarlas, quedándose como una sombra de estos temas.

La grandilocuencia y la extravagancia desenfrenada llegan con “Worship You”, donde nos encontramos con una batería que galopa rápidamente, haciendo que el mismo Koenig entre en una especie de trabalenguas para recitar la letra de este tema. Es un corte eufórico desde el inicio, pero a pesar de esto, se toma momentos para entrar en calma y enriquecerse de más sonidos, como el de un sintetizador, que le permiten tener un final con coros épicos que casi lo convierten en un tema para estadios.

Las tres últimas piezas del álbum son un cierre eficaz a este material discográfico que, muestran una madurez palpable en cada una de las piezas; en este trabajo se deja afuera (en su mayoría) canciones juguetonas y exageradas, optando por canciones más melódicas, con una instrumentación más elaborada dando lugar a saxofones, pianos y sintetizadores trabajándolos de una forma más armoniosa.

Así, el resultado de esta madurez nos otorga temas accesibles, sí, pero que no repiten la misma fórmula de trabajos anteriores. Por lo tanto, en la recta final del trabajo nos encontramos con una pieza que bien podría haberse lanzado por separado y relucir por sí sola debido a la grandeza melódica y celestial que es en sí misma.

“Ya-Hey” es una pieza melódica, sublime que incorpora guitarra, batería, piano para acompañar una narrativa compuesta de estupendas analogías que enganchan gracias a sus estribillos, los cuales sirven como anzuelo, pues logran retener al oyente a través de versos que suben y bajan en una composición que muestra a Vampire Weekend un paso adelante en su carrera.

“Hudson” y “Young Lion” cierran el material que alcanza una duración de 43 minutos en la recta final. La primera, que suena casi fantasmal, es una melodía a ritmo lento. Por su parte, “Young Lion” es una pieza dulce que no alcanza ni los dos minutos y que a través de teclas de piano consigue dar un final risueño acompañado de coros amigables

Después de escuchar Modern Vampires of the City. Post-Reseña.

Vampira Weekend entregó en el 2013 un álbum que, mostró a una banda más madura, con ideas claras y que llevó su talento a nuevos niveles. Se agradece que, los grupos intenten hacer cosas distintas y propositivas; el jugueteo de auto-tune en “Diane Young” para emular una voz de viejo y una voz de niño hace que el track sea más atractivo; la melancolía impregnada en “Step” lo vuelve un tema memorable y la letra tan formidable que compone a “Ya Hey” hace que esta sea una de sus mejores canciones que la banda ha podido crear.

El tiempo y la muerte son referentes en las letras de las canciones dónde varias veces coinciden; tocando temas como la ansiedad mortal, el anhelo del pasado entre otros temas, hacen que, este sea un álbum más maduro en las letras.

A 10 años de Modern Vampires of the City, a 6 años de que lo escuche por primera vez, puedo decir que, el álbum suena nostálgico, como si se tratara de un clásico moderno. El aventurarte con canciones como “Unbelievers” y “Diane Young” dan la sensación de que, el disco no está en un estándar promedio de “buen álbum”, sino de algo más; es un trabajo que sobresale por tener temas memorables y un puñado de muy buenas canciones que redondean a este impecable trabajo.

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