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Innervisions: Stevie Wonder ve con los oídos

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¿Qué es más impresionante? ¿Qué a los 23 años Stevie Wonder había publicado 15 álbumes de estudio? ¿Qué sus regalías de Motown le habían dado libertad financiera a los 21? ¿Qué tenía el control creativo de sus producciones? De 1972 a 1976, el músico nacido en Michigan, Estados Unidos, alcanzó un pico creativo que cualquiera envidiaría. En dicho periodo, lanzó Innervisions, disco que cumple 50 años 2023 y que, sin importar cuándo se le escuche, es una joya Funk cuya historia merece ser contada.

Un niño prodigio

Stevland Hardaway Morris nació de forma prematura el 13 de mayo de 1950. Lo anterior, junto con una repleta de oxígeno provocó que sus retinas se despegaran dejándolo ciego desde sus primeros días.

Aunque Stevie siempre buscó tener una infancia como la de cualquier otro chiquillo, su madre no lo dejaba salir a menos que estuviera acompañado. Esto resultó en largos periodos en donde el chico se quedaba en casa. Así fue como encontró en la radio una estupenda forma de entretenimiento, y en la música una forma única de expresión.

La estación favorita del niño era la WCHB de Detroit, un espacio dedicado a lo mejor del R&B en donde sonaba desde el Rock n’ Roll de Del Shannon, el Gospel de The Staple Singers y el Blues de Jimmy Reed. A los seis años recibió su primer instrumento musical: una armónica. Dominarla no fue difícil, solo tenía que replicar lo que escuchaba en la radio.

Stevland tenía un talento nato con el ritmo. Al verlo divertirse con cualquier cosa “golpeable”, un familiar le presentó al niño una batería aquella Navidad. Lo hizo tocar cada una de sus partes con sus manos y le presentó las baquetas. De acuerdo con el libro Icons of R&B and Soul, en un solo día de práctica se acabó los parches de los tambores.

Pronto los vecinos se acostumbraron a ver al chico Morris cantando en las esquinas de la calle por algunas monedas. El acto mejoró con los años cuando el joven prodigió invitó a un amigo a tocar la guitarra mientras interpretaba covers de estrellas como Smokey Robinson y Marvin Gaye de la recién estrenada disquera Motown. Se hacían llamar “Stevie and John” y tocaban en cualquier evento disponible. Ese apodo se quedaría con Stevland para siempre.

Un diamante para Motown

Hace algunos meses, cuando te contaba sobre el origen de la canción “Money (That’s What -I Want) de Barrett Strong, te hablé un poco sobre cómo Berry Gordy fundó Motown Records en 1959. Dos años después, la disquera de R&B estaba mejor posicionada en Detroit y ya contaba en sus filas con los músicos que Stevie admiraba. Y más.

Entre ellos estaban The Miracles. El primer acto exitoso, orgullo de la disquera. Uno de sus cantantes y co-fundadores fue Ronnie White –el músico que llevó a Stevie a Motown. La historia va así, en 1961 Gerald White, hermano del cantante, escuchó al niño en la calle. Impresionado, convenció a Ronnie de que le diera una oportunidad.

Tiempo después Berry Gordy contestó el teléfono. Era Ronnie White hablando de un talentoso chiquillo de 11 años. Le había interpretado una canción original, “Lonely Boy”. Tenía que escucharlo.

Lula Mae Hardaway y su hijo Stevie llegaron a las oficinas de Motown. Fueron conducidos al patio trasero de la casa, en donde se encontraba el estudio. Ante los impresionados ojos de The Supremes y Mickey Stevenson (cazatalentos de la disquera) el niño fue conducido por el lugar para conocer los instrumentos disponibles. Está para escena de biopic.

Berry Gordy estaba desayunando cuando Mickey lo interrumpió. ¡Tenía que ver al niño! La emoción fue contagiosa y ambos se dirigieron al estudio. Al entrar, aquello era una fiesta musical. Gordy estaba enganchado y en ese mismo momento se empezaron a concretar los planes de su contratación.

El contrato, que le otorgaba a Stevie un porcentaje de sus regalías, estipuló que éstas no se le entregarían sino hasta los 21 años. Se acordó que su madre recibiría un sueldo quincenal y para las giras se le asignó un tutor particular. En materia musical, el encargado de su formación sonora fue Clarence Paul, quien venía de producir algunos sencillos de Marvin Gaye.

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El talento de Motown con Stevie Wonder al centro

Los éxitos que llegaron

Al tanto de que todos lo llamaban Stevie, Clarence ideó el nombre artístico: “Little Stevie Wonder”. Y tenía sentido, el muchacho era maravilloso. Sus primeros dos discos de estudio sucedieron sin hacer olas, pero lo verdaderamente genial estaba ocurriendo en vivo.

A finales de 1962, Gordy organizó una gira con todo el talento de Motown. Con apenas 12 años, Wonder convivió con personajes como The Marvelettes, The Temptations, Marvin Gaye, The Contours, y más. En aquellos eventos, y por su edad, Stevie era quien abría los conciertos y se iba más temprano. ¿Tienes ganas de escucharlo en vivo? Mi recomendación aparece en su tercer disco: Recorded Live—The 12 Year Old Genius. Se llama “Fingertips Pt. 1 y 2” y es una fantástica manera de conocer cómo siempre logró cautivar a su público.

Los siguientes años no cambiaron demasiado. Wonder seguía sumamente activo en el estudio, sin embargo, nada tuvo el éxito que “Fingertips”, al menos no hasta 1965. “Upright (Everything’s Alright)” se posicionó muy bien tanto en las listas de R&B como de Pop; “I Was Made To Love Her” de 1967, con su genial interpretación de guitarra, fue otro hit. Tanto 1968 como 1969 continuaron con la racha de buenos sencillos, sin embargo, los altos mandos de la disquera buscaban más.

Gordy quería un disco ganador y, mientras siguió la década de 1960, no lo recibió. Esto hizo que presionara más a su joven talento, quien, en consecuencia, empezó a sentirse conflictuando reservándose cada vez más material.

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Una nueva década para Stevie Wonder

En 1970 sucedieron varias cosas interesantes. Signed, Sealed & Delivered fue publicado con cuatro sencillos altamente posicionados en las listas de Billboard. Mientras tanto, en Motown, Berry Gordy tomó la decisión de mudar la disquera hasta Los Ángeles, uno de los epicentros musicales en Estados Unidos. Y aún hay más, Stevie contrajo matrimonio con Syreeta Wright, escritora y secretaria de la disquera.

Juntos colaboraron en Where I’m Coming From (1971) un LP que por primera vez puso en conflicto a Wonder con Gordy. El contexto es el siguiente: con 21 años cumplidos, el joven prodigio por fin podría obtener todas las regalías que le fueron negadas mientras fue menor de edad, por si esto no fuera suficiente su contrato estaba por terminar y, sin lograr tener un acuerdo para mejorar sus condiciones, Stevie dejó que se venciera.

Al no llegar a nada, Stevie recurrió a sus abogados para demandar a la disquera por el adeudo de sus regalías. Luego de un encuentro con las cabezas de Motown, el músico recibió un millón de dólares como compensación –de 30 que le debían por conseguir múltiples hits anuales–, las negociaciones no se detuvieron hasta finales del ’71, cuando se acordó un nuevo contrato por cinco años con mejores condiciones: total control sobre sus producciones y sus derechos.

Fue en este periodo de libertad que Stevie encontró la madurez. Por un lado se acercó de forma mucho más frontal hacia los temas de índole social y por el otro encontró en el sonido de los sintetizadores una nueva forma de expresar la música que corría por sus venas. Así es como inicia el llamado “periodo clásico” de Wonder, con una serie de álbumes que triunfaron en ventas y calidad.

El primer disco de dicha época fue Music of My Mind (1971) seguido de Talking Book (1972) y su hit “Superstition”. Después llegó el álbum que escucharemos hoy.

Innervisions en el estudio

Si queremos hablar del sonido de Innervisions, detengámonos en un sintetizador. Su acrónimo es TONTO, que, aunque podría sonar chistoso en español, significa: “The Original New Timbral Orchestra” (“La Nueva y Original Orquesta Timbral”). Es un gigantesco sintetizador analógico creado por Malcolm Cecil, capaz de tocar dos sonidos y dos timbres a la vez. Imagina un mueble curvo lleno de gabinetes con 6 metros de ancho y casi dos metros de alto.

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Lo que lo hace tan especial, además de su tamaño, es que está compuesto por una serie de sintetizadores más pequeños que, entre cables, ningún sonido sea el mismo de forma consecutiva. Cada nota siempre tendrá algo distinto al momento de sonar, lo cual le da una presencia de incertidumbre.

Esto le encantó a Stevie Wonder, quien descubrió su sonido en 1971 cuando Cecil y Robert Margouleff lanzaron un disco experimental llamado Zero Time. Stevie no se limitó a admirarlos, ese mismo año entablaron amistad. Y ésta derivó en colaboraciones que influyeron gran parte de su

El dueto de música electrónica se convirtió en productor asociado de Wonder desde Music of My Mind (1972). Para 1973, el músico nacido en Michigan ya estaba más que familiarizado con todo lo que tuviera que ver con sintetizadores y les sacó toda la chispa que pudo en lo que se considera su pico creativo.

Las grabaciones de Innervisions se llevaron a cabo en el estudio Record Plant en Los Ángeles donde Margouleff y Cecil trabajaban. Iniciaron en 1972 y concluyeron un año después en Mediasound, estudio neoyorquino. Stevie se encargó de tocar la gran mayoría de los instrumentos. El moog, el ARP 2600, el clavinet, el piano eléctrico Fender Rhodes, la armónica, un órgano Hammond, y la batería son algunos de los sonidos que estuvieron a su cargo.

Gran parte de las percusiones fueron trabajo de otros músicos. Sheila Wilkerson tocó los bongos, Larry Latimer las congas; el bajo tuvo varios representantes: el propio Malcolm Cecil, Scott Edwards y Willie Weeks; por último, las guitarras fueron trabajo de Dean Parks y David T. Walker.

Innervisions se publicó el 3 de agosto de 1973 bajo el sello Tamla (una subsidiaria de Motown). Su portada, en donde predominan los colores ocres, presenta una ilustración de Stevie dirigiéndose hacia el cielo. De sus ojos se dispara un rayo de luz, indicando que su ceguera no es sino una forma distinta de interpretar al mundo. El artista encargado fue Efram Wolff.

Oídos en Innervisions

Innervisions de Stevie Wonder es considerado como uno de los mejores álbumes de 1973. Su legado encuentra cimientos en dos frentes: el sonoro, ofreciéndonos un disco rico en texturas, demostrando la experiencia que el músico había obtenido con los sintetizadores; y el temático, hablando sobre asuntos sociales, espirituales, políticos y de salud pública.

Además del perfeccionamiento de su técnica, algo que distinguió a Stevie durante el inicio de la nueva década fue su convicción por hablar sobre asuntos de índole social. Motivado por actos como el de Marvin Gaye y Sly and the Family Stone, así como las protestas por las libertades sociales de 1960, el músico puso en segundo plano el tema del amor –uno de sus favoritos.

Integrado por nueve pistas. El álbum es una madura combinación de Funk, Soul, Jazz y algo de Rock. Otro género en el que se le podría colocar en el Soul Progresivo, un movimiento de la comunidad artística afroamericana que buscó adentrarse mucho más en tradiciones rítmicas poco exploradas en el pop, como las provenientes de África.

El lado A comienza con una pista cuyo animado riff en los teclados engancha desde los primeros segundos. Pero “Too High” está lejos de ser una canción predecible. Los cambios de tempo, en combinación con los episodios de scat en las voces le dan un dinamismo fantástico. El solo de armónica es una de mis partes favoritas, y qué decir de la base rítmica, controlada por el moog y la batería.

Líricamente estamos ante una crítica sobre el abuso de las drogas, en donde conforme avanzan las estrofas nos hacemos testigos de un personaje que empieza pasándola bien, comienza a perder oportunidad y termina por morir. Con versos como: “I’m too high, I’m too high / But I ain’t touched the sky” (“Estoy hasta arriba, estoy hasta arriba / pero no he tocado el cielo”), Wonder deja claro que ante el abuso, las drogas no son la solución.

El cantante se rodea de cuerdas en la segunda pista. “Visions” contrasta con el inicio del disco al no darle protagonismo a los sintetizadores. Aquí el ambiente es melancólico, otoñal, como algunas de las imágenes en la lírica. Dos guitarras, una eléctrica y una acústica, se mueven alrededor de Stevie, mientras el describe un mundo a todas luces fantástico en donde la humanidad vive en libertad y lejos de todo odio.

En este sentido el coro se vuelve revelador. Aquí el músico nos asegura que sus pies siguen tocando tierra y que, por lo tanto, sabe que todo tiene un inicio y un final. Lo interesante entonces es preguntarse a cuál final se refiere, ¿al de sí mismo, al de este mundo, al del imaginario?

“Living For The City”, con sus 7:22 minutos de duración, es una canción de estilo cinematográfico. Su historia narra las desventuras de un joven negro quien, buscando escapar de la miseria de su entorno rural, se muda a la gran ciudad de Nueva York. Las cosas se complican cuando alguien lo engaña para que transporte drogas por unas monedas. Detenido, encarcelado y olvidado, el ya-no-tan-joven sujeto sale de la cárcel 10 años después. No hay futuro para alguien así. Lo anterior es una clara muestra de que cuando Stevie Wonder decide ser crudo, lo hace hasta que cada verso duela.

Dramático como pocos, este track es igual de robusto en lo instrumental. Es la primera vez en el disco que suena TONTO y lo hace como el hilo conductor de varias escenas. Otros de los rasgos que no quiero dejar pasar son el poder Soul de las armonías vocales, el interludio teatral que abre la parte final y, hablando del cierre, el cambio de tono en la voz de Stevie que solo añade más dramatismo.

En “Golden Lady”, pieza que cierra el Lado A, regresamos a una atmósfera mucho menos opresiva y totalmente romántica. El track se construye sobre una base rítmica que se beneficia del uso de percusiones latinas y sobre la cual se entrelazan las notas de los diferentes teclados. ¿El cierre? De lo mejor en el LP.

El Lado B de Innervisions comienza con una de las joyas en la discografía de Wonder. Justo a la mitad del álbum vive “Higher Ground”, track que fue completado en solo tres horas. El icónico riff es cortesía de un clavinet al cual se le añadió un pedal Mu-Tron III para darle ese singular efecto wah-wah. Tomándolo como base, Stevie añadió varias capas de Moog que maximizan el Funk en una canción que nunca pierde consistencia.

Líricamente, ésta y la siguiente canción entran dentro del espectro espiritual del disco. En el caso de “Higher Ground” la letra nos deja entender que todos tenemos varias oportunidades de aprender de nuestros errores, incluso si eso significa renacer en un mundo que no deja de girar. Años más tarde, el músico confesó que el tema de la reencarnación era uno de los que más interés le causaban en aquella época.

Un buen ejemplo del interés de Stevie por las causas sociales está en “Jesus Children of America” en donde la letra nos cuestiona si somos capaces de mantener nuestras palabras con acciones. El track da un paso más, hablando directamente con Jesús e invitándolo a que hable con “sus hijos”, algunos de los cuales viven en situaciones deplorables a causa de su drogadicción.

El momento más Pop del disco llega con “All in Love Is Fair”, tema cuya melodía se asemeja bastante al coro de “Visions”. Anclada en el tema del amor, ésta suele ser considerada como la pista más débil del disco, en gran medida porque la letra vive en la delgada línea del cliché con versos como: “Two people vow to stay / In love as one they say / But all is changed with time / The future none can see” (“Dos personas juran seguir / Enamorados como uno solo dicen / Pero todo cambia con el tiempo / El futuro nadie lo puede ver“), y también porque el género no invita a loquear demasiado en los instrumentos.

Con un piano cumplidor y bellos arreglos, este track entra en la enorme cubeta de “canciones de amor de Stevie Wonder” sin pena ni gloria.

Mucho más ingeniosa es “Don’t You Worry ‘Bout A Thing”, la penúltima pieza del disco. Volcada en su totalidad hacia un rico sabor latino, en ella el músico incluso habla en español con el siguiente estribillo: “Todo está bien chévere”. Alegre y dinámica, la canción arranca con un skit en donde escuchamos a Stevie coquetear con una mujer, su actitud presumida es la que lo lleva a hablar de los muchos lugares que ha visitado y continuar con una invitación a pasarla bien.

Innervisions termina con una balada construida alrededor del sonido de un piano. “He’s Misstra Know-It-All” es otro de los temas de corte crítico en el álbum. Aquí el mensaje es una burla a esos personajes endiosados e insoportables, aquellos que le harían más bien al mundo si no estuvieran. Se dice que la letra se hizo pensando en el entonces presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon: “If we had less of him / Don’t you know we’d have a better land?” (“Si tuviéramos menos de él / ¿No te parece que tendríamos una tierra mejor?”)

El ritmo va cambiando conforme nos acercamos al final de la pieza. Se hace más festivo, se agregan aplausos y coros amigables. Junto con la canción anterior, este tema ayuda a construir un estupendo cierre para un disco de altos vuelos.

Un final no tan feliz

El 6 de agosto de 1973 Stevie Wonder no llegó a donde planeaba. John Wesley Harris, su primo, estaba conduciendo. Habían pasado solo tres semanas desde el estreno de Innervisions y ambos se dirigían a una estación de radio en Durham. En la carretera se toparon con un camión que transportaba madera, justo cuando intentaron rebasarlo, éste frenó en seco provocando que se estrellaran en su parte trasera.

El accidente dejó al músico en coma durante una semana. De acuerdo con la anécdota de su manager, Ira Tucker, la forma en la que lo hicieron recobrar la consciencia fue a través de la música –obviamente­. Tucker le comenzó a cantar “Higher Ground” sin parar y para su sorpresa, Stevie comenzó a mover los dedos siguiendo la melodía. Poco a poco fue recuperándose, sin embargo, tardó en recuperar los sentidos del olfato y el gusto, situación que lo preocupó, pensando que quizá podría haber perdido su destreza. Para su buena fortuna (y la nuestra), esto no sucedió y pronto estaba tocando como siempre lo hizo.

Despedida y algunas recomendaciones

Valdría la pena detenernos en cada uno de los discos que Stevie Wonder publicó durante la década de 1970. No hay falla. Recordemos que solo tenía 23 cuando completó Innervisions y su talento musical siguió perfeccionándose con los álbumes que llegaron después.

No me queda duda de por qué éste es uno de los LP que definieron al Soul y el Funk en los años por venir. Después de escucharlo, ¿cuáles son tus canciones favoritas? La mía es, sin duda, “Higher Ground”, aunque “Living For The City” es poderosísima. Mi recomendación es que le des una oportunidad a Songs In The Key of Life de 1976.

Columna Musical es el sitio ideal para conocer las historias de los discos y artistas que marcaron el rumbo de la música popular. Para leer sobre otro gran pianista te recomendamos leer sobre Elton John y su disco Honky Chateau, también te recomendamos estas cinco discos de Jeff Beck, con quien Stevie Wonder colaboró en diversas ocasiones.