A más de cuarenta años de su debut en el ámbito musical, el dueto de Tears for Fears está de regreso con un nuevo álbum. No te culpamos si desconocías si esta banda que se hizo famosa durante los ochenta seguía activa, después de todo, han transcurrido ya 17 años desde su últiimo disco. Pero es así, que en pleno 2022 se lanzó su nuevo material titulado The Tipping Point, el cual ha dejado a los aficionados de la agrupación satisfechos.
Como podrán imaginarse, después de cuarenta años de trayectoria el sonido de Tears for Fears ha dejado de sentirse juvenil y fresco. En su nuevo álbum nos presentan un estilo mucho más maduro y en ocasiones nostálgico, en gran parte por el estado emocional de los últimos años de Roland Orzabal, quien encontró en su compañero y amigo, Curt Smith, el desahogo perfecto por medio de la música de todos sus pesares.
Sin embargo, eso no significa que el sonido de Tears for Fears haya cambiado por completo. Aún escuchamos el uso de teclados electrónicos y sintetizadores en sus canciones, además de que ellos siempre contaron con letras que provocaban tanto conciencia social como emocional como hemos escuchado en sus mayores éxitos.
Pero antes de pasar de lleno a opinar sobre lo que nos pareció el disco de The Tipping Point, vale la pena recordar brevemente cuáles han sido los mayores logros de Tears for Fears, así como los momentos de altibajos de su carrera que los hicieron llegar hasta éste nuevo material musical.
El synth-pop de Tears for Fears
Tears for Fears son la perfecta representación del sonido pop-rock que dominó durante los años ochenta. Supieron aprovechar el buen uso del sintetizador, convirtiéndose rápidamente en un aporte que enriqueció su estilo musical, y no sólo un adorno de la época. De hecho, lo continúan usando en su más reciente álbum.
En caso de que no estés muy familiarizado con el trabajo de Tears for Fears, probablemente sí has escuchado alguno de sus éxitos, ya que constantemente aparecen tanto en bandas sonoras de películas, como al ser reinterpretadas por otros artistas.
Durante los ochenta lanzaron sus tres discos más exitosos, que fueron The Hurting (1983), Songs from the Big Chair (1985), y The Seeds of Love (1989). En estos tres álbumes, incluyeron sencillos que estuvieron en la cima de la lista de Billboard por varias semanas y constantemente sus videos fueron reproducidos en la cadena de MTV como parte de la “Segunda Ola Británica” que llegó a Estados Unidos. Esas canciones que ya son clásicas y que no pueden faltar en cualquier playlist de la década mencionada, son sin duda alguna “Shout”, “Mad World”, “Head Over Heels” y, por supuesto, “Everybody Wants to Rule the World”.
Aunque Tears for Fears ha tenido varios integrantes a lo largo de su historia, dos de ellos son los principales, fundadores, compositores y quienes en realidad son el alma del grupo. Ellos son Roland Orzabal y Curt Smith. Ambos se conocieron desde la adolescencia e incluso estuvieron juntos en otra agrupación previa llamada Graduate. Cuando decidieron formar su propio grupo, tomaron influencia de otros artistas de la época como los Talking Heads, Brian Eno, Depeche Mode y Gary Numan, por mencionar a algunos.
Desde un inicio y a pesar de que algunas de sus canciones pueden sonar muy pop o alegres, los temas expresados en sus canciones hablaban sobre problemas sociales, el temor por la Guerra Fría, y sobre tendencias específicas de la psicología y la ayuda que aporta a las personas. Claro, sin dejar de lado una que otro tema romántico y de desamor.
Problemas creativos comenzaron a surgir entre ambos a inicios de los noventa. Fue cuando Smith dejó la banda, y Orzabal continuó como solista pero manteniendo el nombre de Tears for Fears. Se lanzaron así dos discos que todo mundo considera que no debieron pertenecer al catálogo y legado del grupo. Hasta que a inicios del nuevo siglo, aliviaron sus asperezas y se reagruparon para un nuevo disco, Everybody Loves a Happy Ending (2004). Desde entonces, a pesar de no lanzar nuevo material, sí continuaron juntos presentándose en varios festivales alrededor del mundo.
Y cuando creímos que no volveríamos a escuchar nuevas canciones de ellos, exactamente 17 años después de su último disco llega The Tipping Point durante los últimos días de febrero de 2022.
The Tipping Point, un muy esperado regreso
Muchas veces hemos escuchado a artistas mencionar que con frecuencia, sus obras son el resultado de una etapa oscura o confusa de sus vidas. The Tipping Point, el nuevo disco de Tears for Fears encaja perfectamente con esa descripción.
En el año 2017, la esposa de Orzabal falleció por problemas mentales y de alcoholismo que había padecido por muchos años. Como podrán imaginarse, eso derrumbó por completo al compositor quien incluso mantiene secuelas emocionales hasta la fecha. También fue un duro golpe para Smith, ya que la había conocido desde la adolescencia y siempre fue parte importante entre los conocidos de Tears for Fears.
Dicho dolor fue expresado en nuevas canciones que por una parte sirven para rendirle homenaje a su esposa, como válvula de escape de muchas ideas que atraviesan su mente. Pero no hay que dejarnos llevar por las apariencias, ya que a pesar de que éste disco surgió del dolor, no significa que sus canciones sean tristes o melancólicas. Simplemente tienen el sello de Tears for Fears.
Escuchamos a un álbum maduro, hecho sin presiones y con muchos valores personales expuestos por parte de Orzabal y Smith. Se siente una comunión entre ambos en el que llegamos a sentir la intimidad de su amistad. Todas las canciones las compusieron ellos dos, mientras se encerraban en su estudio con un par de guitarras. Todo ello, durante la pandemia global.
El disco inicia con el tema “No Small Things”, el cual da pie a esos sentimientos nostálgicos de los que mencionamos previamente, pero a mitad de la canción estalla con un ritmo más progresivo y característico de Tears for Fears, con coros pegadores y un aire más optimista. Aunque cabe mencionar, que se nota un sentimiento muy “norteamericano” tanto en la canción como en su video, a pesar de que ellos son de origen británico.
El segundo tema da el título al disco, “The Tipping Point”. Aquí ya podemos escuchar un sonido más familiar de Tears for Fears, iniciando con sonidos electrónicos que suenan como ecos de su pasado, hasta llevarnos a la melodía y coros principales que bien podían haber salido de sus discos de los ochenta, por lo que sorprende que casi cuarenta años después mantengan su estilo.
El tercer tema es “Long, Long, Long Time”, la cual es una balada con un sonido mucho más moderno demostrando que también conocen tendencias actuales de la música pop. Seguido de otra de las piezas más populares del álbum, “Break the Man”, canción que a pesar de su sonido alegre y lleno de ritmo ideal para bailar, en realidad es un tema que habla sobre el empoderamiento femenino para tratar de derrocar al patriarcado.
“End of Night”, es otro tema que sobresale en el álbum y ocupa la penúltima posición en el orden de las canciones. En ella dan rienda suelta a su sonido electrónico-pop, lo cual nos parece increíble que sus autores e intérpretes ya superen los 60 años de edad.
El disco constantemente salta entre tranquilas baladas con canciones más orientadas a lo electrónico. Sin embargo, no pierde coherencia saltar de un estilo a otro, al contrario, todo se siente coherente en el universo de Tears for Fears. Ejemplos claros de estos contrastes, los escuchamos en canciones como “My Demons”, “Rivers of Mercy”, “Master Plan”, y en “Stay”, el último tema que cierra un ciclo por el que los fans esperaron 17 años. Incluso hay algunas referencias de tonos e instrumentos a canciones de los Beatles en algunas de ellas.
¿Acaso volveremos a esperar mucho tiempo para escuchar algo nuevo de Tears for Fears? ¿Cuáles son los planes que tienen como agrupación en el futuro? ¿Será lo último que escuchemos de ellos en su carrera? No creo que sea el caso (eso espero), ya que siempre se agradecerá su música en cualquier circunstancia, por lo mientras nos queda seguir disfrutando de su legado y trayectoria. Y con éste disco demuestran que aún tienen talento para continuar haciendo música por mucho tiempo más.
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