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Reseña: Swans – The Beggar

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No lo sabíamos en su momento pero Swans cerró un ciclo con Leaving Meaning del 2019 y ahora ha abierto otro camino con The Beggar este 2023.

El resurgimiento dorado de Swans que inició con The Seer en 2012 concluyó con Leaving Meaning. A lo largo de esta década fructífera, llegaron a uno de los picos de su carrera con el inmenso To Be Kind de 2014. Ahora, han cambiado de dirección. Esto no significa que la banda de Michael Gira deje atrás lo que ellos llaman “la etapa épica” de la década de 2010; ciertos elementos se mantienen.

Pero para este álbum, para este The Beggar, vamos a alejarnos un poco de los rituales de medianoche y trasladarnos a un territorio familiar para Swans: el folk. Sin embargo, interpretan el género según su entendimiento y visión, manteniendo lo siniestro, misterioso y denso como parte de su propuesta.

Swans, los creadores de Soundtracks For The Blind de 1996, una de las obras cumbres en la historia del post-rock, no son ajenos al folk. White Light From The Mouth Of Infinity de 1991, uno de sus álbumes más celebrados que incluye una de sus canciones más famosas, “Blind”, es un álbum de folk. Claro, es un folk extraño, pero folk al fin y al cabo. Con Swans, nunca puedes bajar la guardia. Originados en la corriente No Wave a principios de los ochenta, la banda de Michael Gira interpreta la música y los géneros que exploran a su manera.

Swans The Beggar
Swans. Fotografía : Samantha Marble.

The Beggar de Swans. Todo y a la vez nada. Reseña

Con Swans, puedes estar seguro de una cosa: debes esperar lo inesperado. La banda de Michael Gira es experta en abordar la música a su modo, gracias a décadas de experiencia. Pueden producir post-punk, álbumes de weird folk, música gótica oscura, industrial, largos instrumentales post-rock y, por supuesto, mucho noise. En la mente de estos músicos, no existe el “No” como respuesta, ni el orden impuesto por otros. Son su propia criatura, un caso único en su especie.

The Beggar se abre con “The Parasite” y “Paradise Is Mine”, que establecen el tono de la misma manera que los discos de la década pasada. El primer track reluce unas guitarras acústicas impactantes en su ejecución, percusiones que retumban como truenos y una sección final atmosférica y siniestra. El segundo es una pista del que ya hemos hablado que parece haberse grabado sobre un pentagrama dibujado en el suelo, con un bajo y una guitarra hipnóticos, simples y oscuros, acompañados por coros que suenan como si hubieran surgido de una tumba.

“Los Angeles : City Of Death” es el tema de rock más ‘sencillo’ de la banda en mucho tiempo, y con sencillo me refiero a algo que sonaría ligero en Swans en otros grupos más tradicionales sería algo un tanto raro, la canción tiene buen ritmo, eso sí nadie puede negarlo.

“Michael Is Done” es una canción extraña pero que encaja bien en el desarrollo del álbum. Es como un cuento, con sonidos de campanas, que líricamente nos habla de un ser humano que oscila entre lo patético y lo despreciable. Después del canto de Gira, acompañado por una voz femenina, nos llega una sección instrumental ruidosa pero convencional, sin que se perciba como algo extraño en el contexto del álbum.

“Unforming” es un track que respira aire canpirano, folk al estilo Swans, luciéndose unas guitarras en slide y sonidos más naturales de lo habitual. Es un tema apacible, hasta que se desencadenan percusiones de metales resonantes y la voz más cavernosa de Gira. Aún así, la canción no pierde esa sensación de melancolía que desde el inicio nos envuelve.

“The Beggar”, el tema que da título al disco, se impone al oyente como una amenaza latente en su instrumentación, siempre a punto de explotar. Este es un track que, en sus poco más de diez minutos de desarrollo, presenta una amalgama de ideas que van escalando en intensidad. En el minuto cuatro, es cuando entran el sonido crudo de la guitarra y la batería y se transforma en otra cosa; es un tema claustrofóbico que se inclina cada vez más hacia el noise y que parece acorralarte en una esquina hasta llegar al grito de Michael Gira. No intentes entender qué sucede aquí y simplemente déjate llevar por su crescendo, tan hipnótico como tenebroso.

Regresamos al folk con un tema que desconcierta por su belleza. Tras escuchar el caos controlado que era “The Beggar”, “No More Of This” nos presenta solo dulces sonidos y capas atmosféricas que la vuelven entrañable. La sorpresa llega cuando nos encontramos con dulces coros femeninos acompañando a Gira, una sensación de paz que evoca a canciones de Spiritualized. A pesar de la entrada de los fuertes golpes de batería, las voces femeninas, que en otros temas suenan tenebrosas, aquí están cerca de ser angelicales. Es un temazo que sabe evolucionar su sonido hasta su satisfactorio final.

“Ebbing” nos recibe con ruidos de percusión y sonidos de objetos cayendo. Este tema sigue la estela del anterior, es folk que incluso cuenta con clarinetes marcando la melodía. De nuevo, coros femeninos respaldan a Michael Gira. Este folk, que se vuelve bastante inspirado en el rock acústico psicodélico sesentero, podría ser el tema más accesible de todo “The Beggar”. Ah, pero olvídenlo.

A partir del minuto cuatro, se transforma en una pieza de experimentación pura, donde los paisajes de la campiña son destrozados por fuertes golpes de martillo. Es una obra fascinante llena de ruido, que no olvida la melodía escondida en sus guitarras. De nuevo, ese folk raro es poderoso. Nunca hay que confiarse de hacia dónde pueden llevar Swans una canción.

“Why Can’t I Have What I Want Any Time That I Want ?” Abre con coros fantasmagóricos y una letra llena de insatisfacción, tal como su título lo indica. Es una canción más fantasmal que etérea, de energía pesada en cuanto a su gravedad, nada ligera, nada que flote delicadamente. Es atrapante,los tambores pesan y los coros quejumbrosos salidos del purgatorio logran una de las mejores canciones del álbum. Una joya que como cereza en el pastel posee un punteo deliciosamente macabro de guitarra y el poder del noise en seis cuerdas con placentero solo.

Presta atención porque llegamos al plato fuerte, “The Beggar’s Lover (Three)”. Un track de 44 minutos de duración que desde el inicio se construye con capas de ruido de guitarra y teclado. No es la primera vez que Swans nos presenta un tema tan largo. En el imprescindible “To Be Kind”, nos entregábamos a la locura de “Bring The Sun/Toussaint l’ Ouverture” de 34 minutos, con su mítico “Dios es sangre/Sangre es amor/Amor es Dios/Amor es sangre” en un español decadente que no podía sonar más blasfemo una vez dentro del vórtice de la locura.

“The Beggar’s Lover (Three)” sigue la misma ruta en términos de duración, pero aquí se mezcla cuanta música concreta se pueda, experimentando con ruidos desconcertantes. A diferencia de “Bring The Sun”, que tenía una base de guitarra que poco a poco escalaba, aquí los sonidos que escuchamos establecen un ambiente inquietante y pesadillesco, como si se tratara de una pesadilla entre hierros retorcidos y una estética cyberpunk antigua, con ruidos industriales, metal mecánico y voces que se distorsionan.

Pero luego a estos ruidos industriales se les añade un tambor tribal con mucho reverb, y se convierte en una extraña danza pagana. A medida que avanza el tema y suceden más cosas en el inter, queda claro que no hay regla alguna aquí, que está unido por sonidos en tonos menores uno tras otro con el único objetivo de generar incomodidad e inquietud.

Y vaya que lo consigue, aunque no tiene un propósito claro como llevarnos a la locura de la orgía sónica y sanguinolenta de “Bring The Sun/ Toussaint l’ Ouverture”, por poner un ejemplo. Aquí la meta parece ser inquietar por inquietar, incomodar por incomodar. No pretendo restarle méritos a Swans por ser brillantes generadores de pesadillas sonoras, ni negarles el mérito de hacer cosas que otros no hacen sin entrar en terrenos como el Doom metal, donde a menudo rozan los límites. Podrían encontrar sonidos mucho más oscuros y apocalípticos si así lo quisieran. No, ellos siguen haciendo lo que les place sin respetar reglas, géneros o etiquetas.

A mitad del track, tenemos una sección de guitarra y percusiones industriales que viene a ser la parte más melódica del tema. Sí, hay excesos en este track, pero no necesariamente del tipo que nos encantan, como en otros temas larguísimos. Curiosamente, no es la duración lo que me saca del tema, es la parte final donde canta Michael Gira que siento sostenida con alfileres; como un tema aparte, estaría excelente, pero como cierre de track, no termina de convencerme.

También contamos con la presencia de voces infantiles, repeticiones guturales y rechinidos secuenciados. Habría que decir que el tema se sostiene todo lo que dura, pero que la banda ha hecho temas larguísimos mucho mejores. No siempre se trata de ganar la carrera de lo más “experimental” o “incómodo”, hay que buscarle un propósito a esta amalgama.

“The Memorious” se encarga de cerrar el álbum. Es una pista al borde de la explosión completada con spoken word. Es un tema que, a pesar de sonar pesado, es minimalista y repetitivo para lograr un estado de hipnosis. Finalmente, cerramos esta obra.

Post-Crítica : The Beggar acusa un poco de cansancio

Con 2 horas y un minuto de duración, nada fuera de este mundo para los que escuchamos a Swans, The Beggar es un trabajo que claramente intenta diferenciarse de la década pasada de la banda, la que la catapultó al estatus de culto que disfruta en la actualidad. Sin embargo, hay aspectos que no pueden dejar atrás. Este último trabajo contiene más melodía y temas folk, como algunos de sus discos de los noventa, pero Swans es una banda inquieta que siempre buscará el ruido como refugio. Por eso es imposible que se deshagan de él y que su trabajo no se compare con sus lanzamientos más recientes.

The Beggar, de ninguna manera, es un mal disco. Muchas bandas desearían tener algo así, pero si echamos la vista atrás, no muy lejos, encontramos que Swans tiene trabajos superiores. Está claro que buscan evolucionar y mezclar elementos que, por separado, les han funcionado en el pasado. Sin embargo, ya no se siente ese factor sorpresa, ese nivel que los ubicaba encima de muchas otras bandas. En cambio, en ocasiones, puede parecer que están cansados de una fórmula que, con todas las críticas que se pueda hacer (muy pocas, sinceramente), ya ha echado raíces y es inmediatamente reconocible al escucharla: eso que suena, eso es Swans.

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¿Ganas de escuchar algo parecido? Lankum desde Irlanda te puede dar una sorpresa. Si buscas experimentación olvidando la oscuridad de por medio James Ellis Ford es la respuesta. Quédate.

Aquí nos leemos.