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La música mexicana y los marcianos

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¿Qué tanto influyó el fenómeno ovni a la música mexicana moderna? Sigue leyendo y prepárate para entrar en modo astral.

En la década de los 50 la Guerra Fría, el horror atómico (“garantizar que todo puede ser transformado en nada”, diría la poeta Igner Christensen) y el fenómeno extraterrestre fueron los temas que dominaron la cultura popular, los debates socio-políticos y las preocupaciones cotidianas. En México nadie mejor que José Emilio Pacheco para dibujar este panorama en uno de los capítulos de Las batallas en el desierto: “Hubo un gran temblor en octubre. Apareció un cometa en noviembre. Dijeron que anunciaba la guerra atómica y el fin del mundo o cuando menos otra revolución en México”.

Para los ufólogos el boom de los avistamientos ovni inicia en 1947 con la caída de un objeto volador no identificado en un rancho en Roswell, Nuevo México. De hecho las primeras canciones de las que se tiene registro, en las que se aborda directamente el fenómeno extraterrestre, datan de inicios de los 50.

Canciones como “The Flying Saucer Parts 1 & 2” de Bill Buchanan and Dickie Goodman, “My Flying Saucer” del juglar vagubundo Woodie Guthrie, “The Purple People Eater”de Sheb Wooley (en la que la metáfora de los extraterrestres eran realmente un símbolo para señalar a los comunistas) “Two Little Men In A Flying Saucer” de la maravillosa Ella Fitzgerald y”Flyin’ Saucers Rock & Roll” de Billy Lee Riley y Jerry Lee Lewis, en la que los aliens terminaban bailando y tocando al ritmo del rock and roll:

“Well, the little green men, they were real hep-cats

Rockin’ ‘n’ rollin’ to the crazy flats

Brought out a sax and they started to blow

They brought out the drums and they started to roll”

En América Latina, uno de los primeros compositores en abordar el tema extraterrestre fue el cubano Rosendo Ruiz Quevedo quien escribió, alrededor de 1953-1954, el famoso tema “Los marcianos” cuyas versiones de la Orquesta Aragón y del músico puertoriqueño Tito Rodríguez al ritmo de chá chá chá se popularizaron rápidamente por todo el continente. En México muchos años después, después del caos que implicó el paso al nuevo siglo, los desmadres digitales del Y2K y las nuevas teorías de extraterrestres que vendrían a llevarse a unos cuentos elegidos, incluso la cantante infantil Tatiana hizo una versión en la que los marcianos llegan de Marte para enseñarle a bailar el nuevo ritmo del ricachá.

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Antes que Tatiana, Bon y los enemigos del silencio entablaron un diálogo con el gran éxito que significaba “Los marcianos”. Estoy hablando de su tema homónimo cuyo coro reza:

“Los marcianos llegaron ya y

llegaron bailando ricachá

Pero se fueron porque te vieron

Feos, feos.”

En 1999 Las Ultrasónicas irrumpieron la escena del rock mexicano con un disco titulado Yo fui también una adolescente terrosatánica que se destacó por confeccionar un sonido que tomaba elementos del surf, del garage y del punk. Yo fui también una adolescente terrosatánica era un disco cargado de distintos referentes culturales: la ideología feminista era uno, pero también estaban presentes el humor mexicano y su léxico majadero (“Vente en mi boca”, “Quiero ser tu perra”, por ejemplo), el género cinematográfico del terror (“El monstruo verde”) y la ciencia ficción.

La tercera canción del disco El espacio exterior también se vuelve parte de este gran diálogo intergeneracional, intertextual  e interespacial a partir de la figura de los marcianos. Una de las estrofas dice:

Fuimos a ver al espacio exterior

y no encontramos buena música rock

¡pinches marcianos civilízense ya

y métanse por el culo su chá-chá-chá!

eso me pasa por ir a Marte ya me quiero regresar.

Molotov también tiene su canción en la que aborda el tema de los extraterrestres. Se trata del cover / versión de  “I Turned Into a Martian” de los Misfits, en la que al final de la rola, en una especie de puente/outro se establece uno de los diálogos más comunes de la ciencia ficción mexa: el vínculo entre sustancias psicoactivas y los avistamientos extraterrestres. En este caso en un avión de Avianca, una aerolínea centroamericana de bajo costo:

¿Un marciano sentado en el ala en un vuelo de TACA que quiere entrar?

¿O es la sopa?

¿Que chingallos?

¿O es la sopa de hongos que me hace ver al marciano

que está sentado en un ala en un vuelo de TACA que quiere entrar?

A huevo que es la sopa de hongos que te hace ver al marciano.”

Los hongos funcionan de dos maneras en la letra, una como provocador de las imágenes del marciano en el ala del avión, pero también como lo dice el mismo coro, como catalizador que metamorfosea: “me convierto en marciano / no sé ni cómo me llamo”. En este caso el marciano es uno mismo, ajeno en su propio cuerpo, quizá viajando al espacio exterior por los hongos.

Kerigma, una icónica banda de rock progresivo con raíces mexicanas, cuyas canciones con tiempos en compases de 3/8 y 6/8, aderezadas con narrativas fantásticas, alusiones a la ciencia ficción y estructuras elaboradas, tiene una canción titulada “Historias de marcianos” en su mítico disco Esquizofrenia en la que precisamente se establece una tensión entre un desorden mental y la noción de que los alienígenas buscan pasar desapercibidos:

“A mi no me engañan, yo los conozco bien,

los puedo distinguir de los humanos.

Me refiero a extraterrestres de los malos,

de esos tipos ya he eliminado a tres.”

La historia de la canción se torna bastante oscura cuando se revela que el testimonio se está comunicando a un oficial de la policía, porque se cometió un crimen:

“Simulaban ser terrícolas haciéndose pasar

por personas que son todo bondad.

Esos tres extraterrestres pretendían ser

mi padre, mi hermana y mi mamá.

Cuéntaselo, cuéntaselo, cuéntaselo bien,

cuéntale tu historia al comisario.

Cuéntaselo amigo, termina de una vez.

Cuéntale tu historia de marcianos.”

La canción encarna uno de los tópicos más populares en torno a los aliens: los invasores de cuerpos, los colonizadores que se infiltran en seres humanos para poco a poco conquistar la sociedad. Algo parecido a lo que proponía la famosa serie X Files de Chris Carter.

Otra canción mexicana que hace referencia a los extraterrestres invasores de cuerpos humanos es “El marcianito bzz bzz” de Los Apson, un clásico del rock and roll mexicano de los años 60 que narra la historia de un marciano que invade la Tierra, que a pesar de tener sólo un ojo y hacer un zumbido como de mosca “se confunde entre la gente y a usted lo puede engañar”.

Otra canción que describe un encuentro cercano del tercer piso con un desenlace trágico es “El aparato” de Café Tacvba, en la que se relata en dos momentos la abducción alienígena de un campesino llamado Pablo.

En la primera parte escuchamos el testimonio de Pablo, que le cuenta a un amigo lo sucedido:

“Cuando volteé lo tenía arriba / Es una luz / Algún tiempo me dejó inmóvil / Solo me quedó el zumbido / De la luz / Lo escuchaba en mi cabeza / En lengua extraña me hablaba / Pero entendí / Lo juro que no había tomado / Solo estaba encandilado / La hora perdí”

Tras este primer encuentro el amigo incrédulo desdeña la historia de Pablo:

“Cuando me encontré con Pablo

Fue que me contó esta historia

Y no le creí”

Sin embargo, tiempo después se entera a través de una carta de que su amigo Pablo se encuentra en el hospital con secuelas como ceguera y graves quemaduras por lo que concluye que fue abducido de nuevo y se queda con el temor y la certeza de que él es el siguiente: “Ay, yo sé que vendrá por mí”.

Finalmente quiero mencionar el “Corrido Ovni” de Jesús Palma en la que se narra una abducción sui generis. Los marcianos, intrigados porque el personaje del corrido come con la boca pero también con la nariz, deciden secuestrarlo. Para responderles se echa unos pericazos y los aliens “se acabaron la bolsita/ aquellos mis clientes nuevos”. Una vez enganchados, vuelan a Colombia y se vuelven traficantes interplanetarios. La canción termina con la siguiente estrofa:

“Ya no peleo con soldados / ni ando comprando al gobierno / ni le temo a embajadores, con esta nave que tengo / de los que debo cuidarme / es de los hombres de negro.”

Según una de esas encuestas sin fuente rastreable que circula en internet México y Rusia son los países que más creen en extraterrestres. No sé si es verdad o no, lo que se un hecho es que en muchas canciones, películas y novelas se ha abordado la cuestión ovni, pero siempre bajo la idiosincrasia mexicana, es decir, desde el humor, la ironía y las vueltas de tuerca de nuestra averiada ideología nacional.

¿Y tú conocías las canciones de los ovnis en la música mexicana?

Lo bueno de Columna Musical es que siempre hay más que leer. Por ejemplo, quienes tuvieron un pasado muy espacial fueron Pink Floyd, quienes después de Meddle se concentraron en el épico Dark Side of The Moon.