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Songhoy Blues: Rock desde Mali

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¿Qué imaginas al leer Desert Rock? En esta ocasión nuestro destino musical es Mali, al noroeste de África, país cuyo territorio forma parte de la región sureña del Desierto del Sahara. Desde las prolongadas dunas de una de las regiones más hostiles del planeta se escuchan las guitarras eléctricas de Songhoy Blues, esta es su historia.

¿A qué suenan las guitarras del Rock del Desierto?

Songhoy Blues es una banda de Desert Rock, un género que combina los ritmos de la región norte de África con el Rock y el Blues. La comunidad nómada tuareg es una de las principales exponentes de este estilo cuyo rasgo distintivo (además de la incorporación de instrumentos de percusión locales) es la manera en la que puntean las cuerdas de sus guitarras.

En el caso de Mali, uno de los principales exponentes de este sonido es: Ali Farka Touré, conocido como “El Padre del Rock del Desierto”, quien, impresionado al descubrir los grandes intérpretes del Blues americano como Albert King y John Lee Hooker, comenzó a mezclar su estilo con los ritmos africanos del noroeste.

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Tinariwen

Mientras la guitarra de Touré llegaba a más y más escenarios internacionales durante los 70,  un grupo de tuaregs exiliados en Algeria creó una banda que catapultaría aún más el Desert Rock a los oídos del mundo. Su nombre es Tinariwen y se formó en 1979 por jóvenes desempleados que habían sido desplazados por las grandes sequías de la región. Algunos de ellos incluso formaron parte de las fuerzas de Muammar Gaddafi participando activamente en las rebeliones separatistas tuareg que devastaron Mali en los 90.

Songhoy Blues, desplazados por los jihadistas

Los miembros de Songhoy Blues se las vieron muy duras antes de que comenzaran a tocar juntos. En 2012, el Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad, un grupo separatista tuareg se apoderó del norte de Mali trayendo consigo una serie de censuras, entre las que se encontraba la prohibición de cualquier entretenimiento, llámese música o deporte.

Ahora que la ciudad de Tombuctú había sido ocupada por los jihadistas, los integrantes de la banda tuvieron que movilizarse al sur (concretamente a la ciudad de Bamako) si querían perseguir sus sueños como músicos. Dicen que las circunstancias adversas pueden derivar en algo positivo, y en el caso de nuestra historia, tres de los integrantes de Songhoy Blues se conocieron en el camión que avanzaba hacia Bamako: Oumar Touré (bajista), Garba Touré (guitarrista) y Aliou Touré (vocalista).

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De izquierda a derecha: Garba Touré, Aliou Touré, Nathanael Dembélé y Oumar Touré

“En Bamako estudiamos y protestamos contra lo que estaba pasando. Muchas personas lo estaban haciendo, así que decidimos crear una banda”, cuenta Oumar a Hot Press. “Si hacíamos una banda podríamos tener un público, podemos tocar e invitar a los políticos a venir y hablar, y también podemos contar lo que está pasando en el norte”.

El último en integrarse a Songhoy Blues fue el baterista Nathanael Dembélé. Sus primeros toquines se dieron en sesiones jam hasta que una prima de Aliou los invitó a tocar en su boda; animados, los chicos estuvieron presentes tocando temas de Ali Farka Touré y Tinariwen.

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Fotografía: Emma Swann

Motivados por su presentación, el grupo se formalizó y aunque siguió tocando en el circuito de clubs nocturnos de la ciudad su objetivo era más grande: grabar su primer sencillo. Songhoy Blues acudió al estudio de Ardo Gallo, antiguo bajista de Farka Touré convertido en ingeniero de sonido.

Pero Gallo tenía planes más interesantes: hacer que los miembros de Africa Express, una organización que busca llevar música de Medio Oriente y África a Europa, los escucharan. Y así fue. Marc-Antoine Moreau, miembro de dicha organización, se encontraba en Mali cuando Gallo lo llamó por teléfono invitándolo a conocer a Songhoy Blues.

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“Así que llegué a un bar llamado Tropicana y la música era maravillosa, parecida a lo que puedes escuchar ahora, Blues Rock con una gran influencia, y me encantó,” recuerda Moreau. “Soy buen amigo de Nick Zinner [de los Yeah Yeah Yeahs] y cuando llegó a trabajar en el proyecto me aseguré de que esta banda se dedicara a trabajar con Nick”.

Las cosas comenzaron a acelerarse luego de que Songhoy Blues grabara su primera canción bajo la producción de Zinner. “Soubour” (que significa paciencia) se convirtió en una de las canciones de la compilación Maison Des Jeunes del inglés Damon Albarn. Con un trámite de pasaportes exprés los músicos llegaron a Inglaterra el 8 de diciembre de 2013, el día siguiente dieron su primera presentación internacional en el Oval Space de Londres.

Los tres discos de Songhoy Blues

De regreso a Mali y al estudio. Songhoy Blues grabó su primer disco con Moreau y Zinner como productores durante 2014, en noviembre de ese año lanzaron su primer sencillo “Al Hassidi Terei” mientras estaban de gira por Inglaterra. Music in Exile es el nombre del álbum que se lanzó en Reino Unido en febrero de 2015, fue publicado por Transgressive Records. Un mes después llegó a Estados Unidos de la mano de Cult Records.

Como buena banda de Desert Rock, el instrumento estrella de las canciones de Songhoy Blues es la guitarra. Extensos y emotivos solos se hacen presentes entre piezas cuyo ritmo se vuelve en ocasiones hipnótico. Music in Exile, como su nombre lo indica es producto de la añoranza por la casa perdida. Canciones como “Desert Melodie” y “Mali” se refieren a sucesos y personajes históricos en concreto: los tuareg que invadieron el norte y Modibo Keïta el primer presidente después de la independencia.

Mis canciones favoritas son “Soubour”, que abre el disco demostrando muy pronto la diferencia de su estilo con los sonidos de los padres del género e “Irganda”, con un ritmo mucho más funky y en cuyo solo Garba Touré se luce como los grandes. Escuchemos:

Siguieron los festivales: Glastonbury, Latitude, Bonnaroo, las colaboraciones, los programas de televisión. Y dos años después Songhoy Blues regresó con un nuevo disco Résistance (2017). Este nuevo álbum es el paso natural después de su debut: a los ritmos del desierto y las guitarras luminosas se les suman teclados, violines, secciones de viento.

El segundo disco del cuartero de Mali toma sus raíces de una idea: la música también es una expresión de resistencia, capaz de denunciar pero también de sanar a través del sonido. Las canciones de Résistance son alegres y provistas de una nueva gama de colores gracias a los nuevos instrumentos.

Algunas de mis canciones favoritas son “Sahara”, en colaboración con Iggy Pop, que pinta dunas infinitas con el ritmo de la guitarra y “Mali Nord” en colaboración con Elf Kid que despliega un sonido rockero muy divertido.

El más reciente disco de Songhoy Blues llegó el año pasado: Optimisme. Fue producido por Matt Zweeney con la intención de dotarle la vitalidad que la banda transmite en sus presentaciones en vivo. “Somos mejores al tocar en vivo, por eso es que en el estudio procuramos tener la misma energía,” cuenta Oumar Touré. “Es muy importante mostrar en este álbum cómo es que somos más artistas en vivo que de estudio, por eso se escucha tal energía.”

Songhoy Blues ha seguido evolucionando, dentro de sus más recientes años incluso cambió de baterista con la llegada de Drissa Koné. El disco de 2020 se aleja un poco del sonido majestuoso Résistance mas no de su vitalidad. Canciones como “Badala” exploran por primera vez las distorsiones y crudeza del Hard Rock, “Korfo” y “Pour Toi” tienen la característica de explorar a media canción en crescendos sumamente emocionantes.

Lo cierto es que en ningún disco han dejado atrás sus ideales y el último álbum de Songhoy Blues cuenta, por supuesto, con piezas de denuncia que van desde lo familiar como la necesidad de acabar con los matrimonios arreglados (“Gabi”) hasta lo nacional como cuando hablan de las facciones que se disputan Mali (“Fey Fey”). Escuchemos el primer sencillo de Optimisme:

Poniendo en alto la música de Mali

Confieso que en cuanto a música se refiere la barrera del idioma nunca me ha alejado de seguir buscando sonidos diferentes. Quizá se le pueda quitar el significado a una palabra pero no se le podrá despojar del sonido, en ese sentido, Songhoy Blues demuestra que una canción nos puede hacer vibrar sin importar el idioma en su letra.

Songhoy Blues tiene raíces muy claras en cuanto a su tradición se refiere, pero rápidamente encontró un estilo propio, rasgo que lo hizo catapultarse a los escenarios internacionales desde el inicio de su carrera. Esto los ha hecho crecer con cada disco, mi sugerencia es escucharlos en orden de publicación para descubrir su evolución.

Hay mucho más que contar acerca del Desert Rock y la cultura musical de los países del norte de África. Seguro volveremos a Mali en el futuro.

Este artículo es cortesía de Certeza Diario, en donde publicó originalmente bajo el nombre de “Rock desde Mali: Songhoy Blues”.