Whatever People Say I’m , That’s What I’m Not (“Lo que sea que la gente diga que soy , no lo soy) del grupo inglés Arctic Monkeys, es uno de los de los mejores títulos para un disco que conozco. Y claro que ese título no sería tan relevante si no viniera acompañado de buena música que hiciera honor a su nombre, que sonara divertida y fresca. Y lo era.
Era Alex Turner y su banda punk de arrabal desafiando al establishment de aquel entonces con su explosivo debut. Era una respuesta directa a lo que hacían en Estados Unidos con la resurrección del garage y el punk rock y toda la escena hipster de segunda oleada (The Killers, The Black Keys, etc) que le tocó vivir. ¿Qué pasó después?, el adolescente fluorescente se volvió más melódico, entró a un sello discográfico mayor y se le cayeron los colmillos.
El ir y venir constante de Arctic Monkeys
Con 7 álbumes de estudio, Arctic Monkeys es una de esas bandas de cierto culto dentro del mundo del rock, jamás han sido un fenómeno revienta charts (aunque se han acercado bastante), pero tal como que sucede con un selecto grupo de bandas de rock independiente tiene una gran fanaticada alrededor del mundo.
La banda de Sheffield ha tenido sus puntos más altos con Suck It And See del 2011 y especialmente con AM del 2013, considerado por muchos como su magnus opus, alabado de forma unánime por la crítica y del que se han desprendido temas que se volvieron himnos para los fans. A la par, Alex Turner, el frontman omnipresente en la banda ha tenido proyectos como The Last Shadow Puppets que también han recibido atención mediática y el visto bueno de los fans de su banda original.
Pero todo cambiaría 5 años después cuando en 2018 llegó Tranquility Base Hotel + Casino. Un álbum en el que era inevitable que Turner no vertiera las influencias de su proyecto paralelo, si ya para ese entonces y a la edad de 32 años sonaba más viejo de lo que realmente es, añorando una época que no vivió, esperen a escuchar lo que hizo en The Car.

Reseña: The Car un disco con una palanca de velocidades estática.
“There’d Better Be A Mirrorball” es el tema que abre The Car y también el primer sencillo, es una canción que no solo añora los setenta sino que los calca. Araña constantemente su recuerdo con esos cortos ataques de cuerdas al estilo de Al Green; agrega sintetizadores análogos y algo que es permanente en todo el disco, una voz de Alex Turner de falsete intentando ser un crooner, un dandy.
“I Aint’ Quite Where Think I am” nos ofrece la obligada guitarra Wah-Wah que no podía faltar en ninguna grabación cliché de los setenta que se precie dándonos un sonido Funk, pero ahora resbalando de forma cinematográfica.
Así llegamos a “Sculptures Of Anything Goes”, de atmósfera lúgubre y la presencia, por fin, de guitarras un poco más “pesadas”, pero que enseguida son apagadas por los acompañamientos cuerdas, la ambientación está bien lograda. No voy a mentir, si algo tiene bien hecho este disco es su producción la cual es clara y concisa, nos permite apreciar cada instrumento, nos permite adivinar cada escenario del álbum y sobre todo las intenciones de hacia dónde Alex Turner y compañía (Diría los Arctic Monkeys pero aquí el resto de la banda se sienten meros patiños del líder de la banda) quieren llevar los temas.
Si no fuera por la guitarra wah y sus efectos de sintetizador, pensaría que “Jet Skis On The Moan” sigue siendo parte del tema anterior. Sucede que el álbum es muy plano vocalmente, tanto que no tiene picos ni tampoco variaciones para distinguir un track de otro sobre todo cuando la música que está sonando no te atrapa, se queda en segundo plano porque te has distraído ya con otra cosa.
Sin embargo, llega el que considero uno de los tres mejores temas del disco: “Body Paint”, una pieza dulce en su inicio con letra de pintura y brillantina, después entra un acompañamiento de cuerdas como si esa bola de espejos del inicio siguiera girando en el techo.
Hay un efectivo arreglo en primer plano de violines y después escuchamos una guitarra eléctrica dando una repasada, me queda claro que este tema si bien sigue en el mismo carril de los anteriores (y los siguientes), tiene más juego de instrumentación. ¿Arctic Monkeys no ha hecho el tema principal para una película de James Bond? Deberían considerarlos, este tema estéticamente me recordó de alguna forma a Goldfinger aunque sean de décadas diferentes.
“The Car” el track homónimo suena bien con sus arpegios, el piano y un solo de guitarra, nada del otro mundo, pero finalmente los miembros del resto del grupo dicen “Hey, aquí estoy”.
En ” Big Ideas” suena una vez más la fórmula de pistas anteriores y como que uno va estirando las manos y las piernas y puede salir por ahí un bostezo. No está mal hecho, es que el disco se vuelve tan repetitivo que genera falta de interés en cualquiera que no sea un fan. A veces las repeticiones tienen mejor resultado, a veces suenan planicies tan grandes que pudieran ser escenario para que ruede una bola del desierto.
“Hello You” tiene esta apertura soul. El tema juguetea con el género, se siente delicado, como que aquí podría haber algo que crezca, que explote el disco, que vuele cabezas. Los arreglos bien, incluso acercándose al funk, entonces hay un gran trabajo de cuerdas y si ya no podemos tener ese momentum de guitarras pues que lo que tengamos sea un juego de arreglos de cuerdas que levantan en la segunda parte y nos den lo que otros instrumentos no han podido: Intensidad.
Y luego volvemos a caer en la inocuidad de una canción que regresa a las fórmulas. A pesar de que la canción es corta, “Mr Schwartz” con todo y arpegio y congas, no deja de ser un tema aletargado y al que las cuerdas no salvan, por fin llegamos al final con “Perfect Sense” una pista marcada por el ritmo de los arreglos de cuerdas en legato. El tema nunca llega a ninguna parte, no hay una aceleración o algo que llame la atención en esta despedida de cuerdas, así como empiezan, así terminan.
The Car se queda a medio gas
¿Está mal que una banda (bueno, que alguien como Alex Turner) quiera encontrarse en la música de los setenta? No, ¿Está mal que una banda rock use acompañamientos de cuerdas que nutran su sonido con ritmos como el soul y el funk? Tampoco.
¿Entonces por qué la crítica?, ¿por qué el tedio? Bueno, hay una serie de malas decisiones, la más notable es el tono de la voz de Turner intentando sonar como un crooner y termina siendo cansado, rebuscado y sobre todo plano. Ahoga sus canciones en un mismo pantano porque su voz se nota falsa e impostada, no puede ir todo el tiempo controlando el falsete y no hay nada peor que un disco que pretenda ser sensual pero siendo aburrido y monótono.
The Car apenas dura poco más de media hora pero se siente como si pasaran dos desde el inicio hasta el final, y cuando algo así pasa es porque algo hay algo mal detrás. Este es un disco que ha dividido, y después de conocer la música de Arctic Monkeys es cierto que siempre es bueno que se explore y no se repitan, no queremos a una banda tocando por siempre “I Bet You Look Good On The Dancefloor” o ” Do I Wanna Know?”.
Aquí hay una serie de malas decisiones que se pudieron haber evitado con algunos cambios no tan costosos, como cambiar las tonalidades en la voz principal, y le hubiera dado más variedad a este disco, por momentos resulta ser kitsch y si leemos las letras esa no era la intención de la banda.
The Car es un disco que queda reducido frente a alturas pasadas de Arctic Monkeys, es un carro que se queda sin combustible a mitad de la nada , es un álbum que se siente decadente, pero no en el mejor término. Resulta estático, arrogante, tedioso y pretencioso.

¿Eres fan de este grupo? , ¿Qué opinas al respecto?, En Columna musical tenemos más música que podría gustarte si tus gustos van por los Arctic Monkeys, como Wet Leg y su sorprendente disco debut , o el nuevo álbum de Warpaint después de seis años de silencio, también tenemos el último disco de Yeah Yeah Yeahs nueve años después de su último lanzamiento. Aquí en columna vas a encontrar música afín y emparentada, además de que también puedes expandir tus oídos a otro tipo de ritmos y sonidos.